Multiplica la muerte
el desconsuelo.
Diciembre 2007
Un aforismo (del griego αφοριζειν, definir) es una declaración o sentencia concisa que pretende expresar un principio o la verdad en una manera breve, pensativa y aparentemente cerrada.
El término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates, como una serie de proposiciones relativas a los síntomas y al diagnóstico de enfermedades. El concepto fue aplicado después a la ciencia física y, posteriormente, generalizado a todo tipo de principios.
Conviene distinguir entre aforismo y axioma. Los aforismos son el resultado de la experiencia, mientras que los axiomas son verdades obvias, que no requieren ni pueden ser probadas. Los aforismos han sido utilizados frecuentemente en aquellas disciplinas que carecían de una metodología de estudio o método científico, como la agricultura, la medicina, la jurisprudencia y la política.
....Comissão Organizadora
23 y 24 de octubre - 21:00 - Barcelona - Teatro Musical
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27 de octubre - 21:30 - Valencia - Palacio de Congresos de Valencia
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29 de octubre - 21:00 - Alicante - Paraninfo de la Universidad de Alicante
Venta anticipada de entradas en Servicam
31 de octubre - 21:30 - Murcia - Auditorio
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3 de noviembre - 21:30 - Castellón - Auditorio
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5 de noviembre - 21:00 - Granada - Palacio de Congresos de Granada
Venta anticipada de entradas en Tick Tack Ticket y algunas tiendas y centros comerciales (ver lista en Tick Tack Ticket).
9 de noviembre - Telde (Las Palmas) - Auditorio Parque de San Juan
11 de noviembre - 21:00 - Santa Cruz de Tenerife - Pabellón Insular "Santiago Martín"
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18 de noviembre - 21:30 -Madrid - Palacio de los Deportes
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(1980)
Una muerte prevista desde 1957 cuando, paseando por su ciudad natal, le aseguró a Jaime Salinas que no alcanzaría la cincuentena, "para no llegar a oler nunca como un anciano".
De www.epdlp.com recojo aquí una breve biografía suya:
Poeta en lengua catalana nacido en Reus. Gabriel Ferrater es, sin duda, uno de los poetas catalanes contemporáneos que suscita más pasiones: por un lado, por su incuestionable valor literario y, por otro, por su vinculación a la llamada Escuela de Barcelona, como la bautizó Carme Riera, o subgrupo catalán del grupo poético de los años 50, en palabras de García Hortelano; es decir, por su condición de compañero de viaje de Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y José Agustín Goytisolo, entre otros. Autor de una consistente y poco extensa obra literaria, Ferrater publicó tres volúmenes de poesía: Da nunces pueris (1960), Menja't una cama (1962) y Teoria dels cossos (1966), que posteriormente recopiló bajo el título Les dones i els dies (1968), y comparte asimismo la autoría de una novela policíaca escrita a cuatro manos. El 27 de abril de 1972, se suicidó en su piso de Sant Cugat, al parecer por miedo a envejecer. No llegó pues a cumplir los 50 y su muerte precoz y violenta lo convirtió en un mito que aún perdura.
He encontrado una muy bien documentada web sobre Ferrater a la que os invito a visitar para ampliar nmás información (biografía, entrevistas, artículos):
http://www.joanducros.net/corpus/Gabriel%20Ferrater.html
Articulo publicado en “la Vanguardia” el 03/05/02 por Maria Àngels Cabré
Ferrater, una vida intensa
Fueron todos ellos, los niños de su generación, hijos de la guerra. Niños de retaguardia, como los bautizó García Hortelano en el prólogo a su célebre antología, la del grupo poético de los años cincuenta, en la que de haber escrito en castellano, Gabriel Ferrater aparecería; y es eso lo que por encima de todo une a esos futuros poetas nacidos en la década de los veinte, más allá de los excesos e insolencias que vendrían después: el recuerdo fehaciente de la guerra. Con la Guerra Civil a sus espaldas, ese estado de excepción que durará tres años y se alargará de una manera inconmensurable, e inimaginable, durante un desierto de casi cuarenta años, que tendrán que aprender a vadear cada uno a su manera y que acabará por convertirlos en un conglomerado de ansias y deseos, llegarán en la España de posguerra esos niños a hombres y, en los albores de los 70, comenzarán a respirar los aires de libertad que tanto han añorado y también instigado. Gabriel Ferrater no lo verá. Un cúmulo de circunstancias, de fuerzas más fuertes que él mismo, lo vencerá y finalmente se quitará la vida en la soledad de su apartamento de Sant Cugat, a las afueras de su ciudad adoptiva, Barcelona, a la que había llegado siendo apenas un muchacho y donde el intelectual heterodoxo que fue vivió sus glorias y sus fracasos. Perteneciente a una familia acomodada, había nacido en Reus el 20 de mayo de 1922, en el primer piso del Raval de Santa Anna 80, en una casa señorial y de aspecto novecentista situada en el centro de la ciudad. La ciudad de los prodigios En la agitada primavera de 1938, huyendo de la costa tarraconense, los miembros de la familia Ferraté -sin la "r"- recalaron en la Ciudad Condal y fueron distribuidos en diferentes domicilios: los hermanos de Gabriel, Joan y Amàlia, se instalaron en el chalet que tenían en el barrio de Pedralbes unos tíos suyos, que no tardarían en exiliarse a Londres; Gabriel y sus padres hicieron lo propio en el cercano Instituto Tècnic Eulàlia, propiedad de unos amigos. Barcelona fue en esos días muy castigada por las bombas -una de ellas mató a Julia Gay, la madre de los Goytisolo, a unos pasos del Club Coliseum, en la Gran Vía -, y el sonido de las alarmas pasó a formar parte de la vida cotidiana, así como la visión descorazonadora de las ruinas. De hecho, uno de esos días, bajo un bombardeo, la hermana de Gabriel tuvo que ser operada de apendicitis. A finales de julio, una avioneta los trasladó a Toulouse, en cuyo aeropuerto los esperaba su padre, Ricard Ferraté, que había conseguido un empleo en el consulado español en Burdeos. Gabriel se quedó dos meses más en Barcelona, leyendo a Josep Carner y a Carles Riba; y, si otorgamos credibilidad a su "Canción idiota", aprendió a hacer el amor a la sombra de los pinos de Pedralbes. Las Ciencias Exactas A finales de septiembre de 1947, después de los años del exilio francés y tras haber hecho el servicio militar en el Alto Aragón, Gabriel Ferrater decide matricularse en la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Barcelona como alumno no oficial; tiene veinticinco años y sus avances como estudiante universitario van a ser igual de irregulares y lentos que sus estudios de bachillerato. De hecho, no desistiría de su empeño, y sin conseguir licenciarse, hasta el año 1968, veinte años después de matricularse por vez primera, aunque no cursaría entonces precisamente la carrera que había elegido al comienzo, sino la que podríamos considerar su opuesta, Filosofía y Letras, en cuyas aulas sería al mismo tiempo docente y alumno aventajado, mas nada sistemático. En aquellos primeros tiempos en Barcelona, desde su pensión asomada a los plátanos urbanos, a Gabriel le bastaba atravesar la Rambla para adentrarse en un universo muy distinto, donde las leyes eran otras. El bajo vientre de la ciudad ofrecía en aquellos años a Ferrater, y a los muchachos como él, un ámbito de libertad a la que no estaban acostumbrados, de modo que, ebrios de curiosidad, paseaban su rotunda juventud por las callejas estrechas y mal ventiladas que constituían el distrito V. Dicen sus amigos que a Gabriel Ferrater le gustaba especialmente el escándalo y que aunque ligaba poco se encendía mucho, pues la suya era una sexualidad exacerbada. Y parece ser que, en más de una ocasión, él y sus compinches usufructuaron de los favores de unas pobres profesionales del amor a las que después no pagaban alegando falta de recursos, cosa que debía de encolerizarlas y a ellos hacerlos huir entre risas hacia el centro neurálgico de la Rambla. Cruzado el umbral en que la penumbra se iluminaba, refugiados en los jardines del Ateneu o en su silenciosa biblioteca, de suelo tan adamascado como el de los claustros universitarios, esos chicos alborotadores, futuros intelectuales que no tardarían en pasar a formar parte del tejido cultural de la ciudad, regresaban a sus quehaceres. O bien se lanzaban a pasear por una Barcelona sometida y se les hacía de noche rambleando, como a los protagonistas de la novela policiaca que Gabriel Ferrater y su amigo José María de Martín escribirían bajo la atenta mirada del escritor Juan José Mira, agente secreto del Partido Comunista que sería galardonado en esos años con el primer Premio Planeta. Marinero en tierra Carlos Barral con su perfil de mascarón de proa y la camisa abierta y remangada, noctívago perdulario Jaime Gil con sus trajes a medida y su corbata impoluta, y así cada uno de ellos. En el grupo de muchachos alegres e intelectualmente osados cuyo núcleo formaría después la escuela de Barcelona, Gabriel Ferrater se encontró a gusto desde buen comienzo y fue aceptado sin reparos, aunque tal vez secretamente, como se ha apuntado, albergara en lo más hondo un pequeño sentimiento de envidia azuzado también por su condición de provinciano con escasos recursos. Un club informal y enormemente etílico, para algunos muy abierto y para otros muy cerrado, en el que se le admiraba y era considerado un tipo genial, con una inteligencia prodigiosa, que se desbordaba, se salía de sí mismo. La boda de Carlos e Yvonne, en octubre de 1954, había convertido a la pareja en el centro gravitatorio y su ático de San Elías -el pintor Tàpies vivía en el piso de abajo- se había erigido en el ámbito principal de sus coloquios. Lo frecuentaron todos y por allí pasaron escritores procedentes tanto del resto de la península como del extranjero. Uno de los primeros en llegar fue Blas de Otero, que en el año 1955 se instaló, parece ser que más tiempo de lo debido, en casa de José Agustín. Gabriel Ferrater, viéndolos siempre juntos, los bautizó como "el húngaro y su oso", siendo el oso el poeta bilbaíno. Allí aterrizó también Monique Lange, la futura mujer de Juan Goytisolo, que éste presentó a sus amigos ante la presencia irradiante de Ferrater; Monique trabajaba por entonces en Gallimard y estaba llamada a participar en las ya inminentes reuniones de Formentor, que pasarían a tener proyección internacional. Lo cierto es que fueron muchos los intelectuales que entraron y salieron de la casa oscura o de alguno de sus ocasionales centros de reunión: el susodicho ático, el sótano de Jaime Gil -más negro que su reputación-, el palacete de Jaime Salinas, el bar librería Cristal-City, sito en la calle Balmes, que aún existe y sustituyó a las reuniones del Boliche... En el Cristal-City -que aparece en "Últimas tardes con Teresa"- organizó Salinas el primer cóctel de prensa de la editorial, institucionalizándolo como sede para los acontecimientos de esa índole. Del amor a las mujeres No creo faltar a la verdad si digo que Ferrater, quien bebía ya en aquella época como una esponja, fue el cedazo a través del cual pasó buena parte de la literatura extranjera que se publicaba entonces y que, procedente de las editoriales amigas, traía el correo a "la casa oscura", es decir, a la editorial Seix Barral. De esas lecturas salieron buena parte de los informes que, junto a los que escribió para la Rowohlt en su estancia en Hamburgo, están reunidos en Noticias de libros. Despuntaba la primavera del año 1958 cuando comenzó su primer libro de poemas, nacido al abrigo de su enamoramiento hacia una prima de su amigo Barral, Isabel Rocha. El amor y Shakespeare, y no sus sonetos, sino sus dramas, combinados con una nueva lectura de Brecht, lo llevaron nuevamente al arte de versificar, que ya había practicado, al parecer con poco éxito, en su temprana juventud; una sugerente mixtura de elementos que gestó un libro de poemas poco usual, donde conviven un nuevo tratamiento de lo coloquial y una honda reflexión intelectual. Clausurada toda esperanza en su relación con Isabel, Gabriel se fija en Helena, hija de su amigo Eduard Valentí, traductor de Lucrecio. A este respecto, se dice que Gabriel Ferrater causó estragos en esos años entre las mujeres de sus amistades, no ya en el círculo de lo que se iba a llamar la "gauche divine", donde las jóvenes -Yvonne, Beatriz de Moura, Rosa Regàs...- estaban ya emancipadas, sino entre las esposas algo ya más entradas en años de sus amigos del círculo de Vinyoli, lo que incluye algún que otro devaneo con la madre de Helena. Tenía Gabriel dieciocho años más que su amada. Y esta vez correspondido, aunque no sin reparos, la suya fue, cuando menos por parte de Gabriel, una pasión encendida. Pues a sus veinte años la futura novelista Helena Valentí -la muchacha cuello largo del poema que lleva su nombre- era una de las presas más codiciadas de la malediciente sociedad estudiantil. Novia con anterioridad de Juan Antonio Masoliver Ródenas, dice éste que Gabriel literalmente se la quitó, no sin antes, ¿o fue después?, contemplar cómo se rozaba con el benjamín del grupo, Juan Marsé. Cerrado este capítulo amoroso, Ferrater se casó con Jill Jarrell, la bella americana que no pudo por menos que abandonarlo tras cinco años de matrimonio ante su escasa habilidad para la vida práctica. En 1969, cuando el divorcio con ésta se formaliza, Marta Pessarrodona es ya la compañera de Gabriel y su tarea no va a resultar nada fácil, pues la situación del poeta es complicada y necesita todo el apoyo que se le pueda prestar. Marta resulta ser una gran ayuda para el poeta: vela por él, hace lo posible para que el alcohol no lo venza, lo busca de un lado a otro cuando se escapa de su control, hallándolo en domicilios de amigos completamente beodo; o lo espera durante horas en el austero piso de Sant Cugat, mientras Gabriel bebe ginebra en El Mesón, ajeno al transcurrir de las horas. Su última vocación A pesar de todo, podría decirse que las cosas empiezan a irle bien al final de su vida y que ello se debe a la lingüística, su última vocación, y al halo misterioso que tan docta materia contribuye a crear a su alrededor. Disfruta de un cierto reconocimiento público, aunque no materializado en prebendas capaces de sanear su maltrecha economía; ejerce como profesor en la recién creada Universitat Autònoma, donde incluso se le augura un gran porvenir; y está, si cabe, más lúcido que nunca, pues ha comenzado a esbozar una gramática catalana cuya redacción considera indispensable para la buena marcha de su lengua de expresión y cuya consecución tal vez le anime a retomar la poesía, que desde hace unos años tiene totalmente abandonada. Aun así, el día 27 de abril de 1972, quién sabe si en lo más negro de la madrugada o entre los tonos granas del amanecer, Gabriel Ferrater se quita la vida. Esa noche, una alumna y su marido lo esperaban a cenar. Dos días después, Marta descubrió el cadáver. No hubo duelo nacional.
......EL MUTILADO
Ya sé que no le quieres.
No lo digas a nadie
Los tres, si tú me ayudas,
guardamos el secreto.
Nadie más ha de ver
lo que tú y yo hemos visto.
Se esconderá de todas
las personas y cosas
que antes eran amigas.
Vendrán días de invierno,
muy lejos de las mesas
donde os servían antes
ostras y vino blanco.
En los días lluviosos
no mirará el asfalto
donde os habíais visto
cuando ibais a pie
porque no había taxis.
No abrirá más los libros
que le hablaron de ti:
ignorará qué dicen
cuando no hablan de ti.
Y sobre todo, puedes
estar segura, nunca
sabremos dónde está.
Él se irá confinando
en muy lejanas tierras.
Caminará por bosques
oscuros. No verá
la azagaya de luz
de la memoria súbita.
Y cuando esté tan lejos
que ya parezca muerto
podremos recordarle,
decir que no le amabas.
Ya no nos dolerá
ver que te necesita.
Será como un espectro
sin dolor y sin vida.
Tal la foto macabra
de una Gueule Cassie,
que orna un escaparate
y no nos sobresalta.
Pero ahora, silencio:
no alarmemos a nadie,
que no vean la herida
sangrante y purulenta.
Demos tiempo al olvido.
Callemos, y que nadie
-ni siquiera yo mismo-
recuerde que soy yo.
Versión de Pere Gimferrer
....
ESTANCIA DE OTOÑO
La persiana, sin cerrar del todo, como
un sobresalto que se contiene para no caer al suelo,
no nos separa del aire. Mira, se abren
treinta y siete horizontes rectos y delgados,
pero el corazón los olvida. Sin nostalgia
se nos va muriendo la luz, que era de color
de miel, y que ahora es de color de olor a manzana.
Qué lento, el mundo; qué lento, el mundo; qué lenta,
la pena por las horas que se van
tan aprisa. Di, ¿recuerdas esta
estancia, verdad?
«Le tengo mucho cariño.
Esas voces de obreros -¿Quiénes son?»
Albañiles:
falta una casa en la manzana.
«Cantan,
y hoy no los oigo. Gritan, ríen,
y hoy, que callan, los echo a faltar.»
Qué lentas,
las hojas rojas de las voces, qué inciertas
cuando vienen a cubrirnos. Dormidas,
las hojas de mis besos van cubriendo
los refugios de tu cuerpo, y mientras olvidas
las hojas altas del verano, los días
abiertos y sin besos, el cuerpo,
en lo hondo, recuerda: todavía
tienes la piel hecha de sol y luna.
Versión de José Corredor-Matheos
....
AMANECER
Noche que se me va, otra noche, y el ala
de un inmenso avión se ha interpuesto
entre el azul espeso y la ventana, y dudo
si es un verde tenuísimo o si es plata, fría
cual finura insistente del bisturí que rasga
el útero, o también la luz misma, cuando agrieta
la mano del chiquillo cansado de hacer fuerza
para irritar a sus hermanos, simulando que oculta
quién sabe qué tesoro, y va aflojando
la presa, y sé que nada ha de salir que ayer
no estuviera ya en mí desconsoladamente, y me da
frío mirarme un día más, chupado
hueso frutal, sin pulpa, a la intemperie.
Versión de José Agustín Goytisolo
ACTUALIZACIÓN 28/8/2007
Estas son las fechas y lugares definitivos de la gira de Silvio por España en 2007:
Un día, al salir de su trabajo, en una notaría de Orihuela, Miguel Hernández conoce a Josefina Manresa y se enamora de ella. Sus vivencias van hallando formulación lírica en una serie de sonetos que desembocarán en El rayo que no cesa (1936). Este fue el primer libro que leí de Miguel Hernández. Su capacidad para encerrar la pasión, el dolor, la pena por la ausencia, el amor por Josefina en los catorce versos de un soneto me supusieron ya un descubrimiento, una revelación.
Entre el año 1934 y 1935 escribió Miguel Hernández este libro de amor y dolor. Un libro que lleva una dedicatoria clara y misteriosa a un tiempo: "A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya."
Miguel Hernández está entre mis poetas, no podía ser de otro modo. Su poesía, su vida, su muerte en la cárcel de Alicante víctima de una tuberculosis... son todo un símbolo. Los años posteriores al final de la Guerra Civil española (1936-1939) fueron un peregrinaje por cárceles de distintas ciudades. Su militancia y su compromiso republicanos fueron suficiente motivo, al igual que para Federico García Lorca, para ser una víctima inocente más de la guerra fratricida.
De ese periodo final de su vida recojo parte de la biografía que aparece en la web http://mhernandez.narod.ru/
El poeta en la cárcel
En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles: Sevilla, Madrid. Difícil imaginarnos la vida en las prisiones en los meses posteriores a la guerra. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad. Fatídicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisión. El poeta -como dice lleno de amargura- sigue "haciendo turismo" por las cárceles de Madrid, Ocaña, Alicante, hasta que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar aguda" que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un años de edad.
------
Muerto con 31 años, Miguel Hernández nos dejó una obra poética digna de regresar siempre a ella, a su lectura. Figura fundamental de la poesía española.
Tras su muerte, uno de sus amigos más queridos, el poeta Pablo Neruda, escribió:
"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!"
...
No es difícil encontrar información, biografía de Miguel Hernández, os animo a buscarlas en la Red. Mi intención es dejar aquí el testimonio de mi admiración y recoger alguno de los sonetos de "El rayo que no cesa" que podría seguir leyendo siempre y especialmente cerrar esta entrada con su conocida "Elegía a Ramón Sijé", que forma parte de ese libro. Espero que disfruteis de estos versos, "sus huesos hechos a las penas".
Y tal como nos decía Neruda, démosle luz al poeta, a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen...
....
Poemas de EL RAYO QUE NO CESA
(1934-1935)
..
6
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
..
10
Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.
..
23
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro la encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
..
29
ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)
Silvio Rodríguez ha cantado y canta en sus conciertos canciones de otros músicos a los que admira, canciones del propio Pablo Milanés, de Serrat, de Aute.
Probablemente la canción que más me emociona en la voz de Silvio es Te recuerdo Amanda de Víctor Jara.En 1991 Silvio regresó a Chile después de años de ausencia en el país tras el golpe militar de Pinochet, que a lo spocos días significó la detención y el asesinato del cantor chileno Víctor Jara.
En 1991 Silvio editó el disco doble Silvio Rodríguez en Chile Silvio lo grabó el 31 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional de Chile ante 80,000 personas.
En ese disco, en su contraportada, Silvio hace alusión a la figura de Víctor Jara en este texto que ahí se incluye:
"El regreso a Chile me ha resultado, en cierto modo, similar al viaje que hice a Angola cuando se defendía de sus invasores, hace catorce años. Para llegar a Angola, en febrero del 76, me estuve preparando física y mentalmente desde noviembre del año anterior. Estuve allá hasta julio, me volví a Cuba y luego, en noviembre, regrese al país africano hasta enero del 77. Por eso, en mi cabeza, siempre he nombrado a 1976 como el año angolano. Supongo que más adelante llamaré a 1990 como el año chileno, ya que desde finales del 89, cuando me pareció inminente el viaje, Chile comenzo a capitanear mi trabajo, y hoy, terminando septiembre, veo que aún no deja de hacerlo.
Es obvio que tenía muchos deseos de volver. Creo que hubiera vuelto antes, bajo cualquier cicunstancia, por razones que durante 17 años fueron creciendo en mi corazón y en mi consciencia. Pero esa es una historia demasiado larga para la tapa de un disco, así que hablaré de lo que atañe más inmediatamente de este trabajo.
Debo dar gracias, de forma fundamental, al pueblo chileno que escuchó, recordó e incluso usó como herramienta mis canciones. Y cuando pienso en pueblo primero veo a los que más han hecho por su Patria con su honrado trabajo, con su entrega y con su sangre. Sin ellos el reencuentro en marzo no hubiera sido, como tampoco tantas otras cosas. Por eso aquella noche, puntualmente, Víctor Jara se nos apareció.
La idea de grabar el concierto, y la gestión, se deben a Ricardo García, quien tuvo una larga trayectoria de afecto y compromiso con la canción Chilena y Latinoamericana. Podría decirse que este disco fue uno de sus últimos proyectos, quizá su último sueño, y me hace bien honrar su memoria dedicándoselo.
Sólo me resta agradecer al gran Chucho Valdés, tan bien armado de sensibilidad como de manos, y a su formidable Irakere, el épico trabajo que hizo posible, en menos de un mes, las virtudes musicales que aquí pueden escuchar. Y a mi entrañable y admirada Isabel Parra, y a su grupo, por haber juntado una vez más, la voz de Chile con esta voz de Cuba."
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"Te recuerdo Amanda" es la canción más conocida de Víctor Jara, que escribió a su madre, Amanda, con en el recuerdo de su padre.
La letra sencilla y tierna de la canción dice así:
TE RECUERDO AMANDA
Texto y música de Víctor Jara
(Canción-vals)
.
Te recuerdo, Amanda,
la calle mojada,
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel.
La sonrisa ancha,
la lluvia en el pelo,
no importaba nada,
ibas a encontarte con él.
Con él, con él, con él, con él.
Son cinco minutos. La vida es eterna en cinco minutos.
Suena la sirena. De vuelta al trabajo
y túcaminando lo iluminas todo,
los cinco minutos te hacen florecer.
Te recuerdo, Amanda,
la calle mojada
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel.
La sonrisa ancha,
la lluvia en el pelo,
no importaba nada
ibas a encontrarte con él.
Con él, con él, con él, con él.
que partió a la sierra,
que nunca hizo daño. Que partió a la sierra,
y en cinco minutos quedó destrozado.
Suena la sirena, de vuelta al trabajo
muchos no volvieron, tampoco Manuel.
Te recuerdo, Amanda,
la calle mojada,
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel.