La etimología es una fuente de sorpresas. Las cosas se nombran con palabras cuyo sentido es pleno si estudiamos su origen. ¿Por qué si no, nos quejamos continuamente del trabajo como un castigo?
La consulta al diccionario de la RAE nos da pistas. Nos dice de qué palabra nace el término que buscamos y sus posibles significados.
Sobre la palabra "trabajo" nos dice el diccionario de la RAE (recojo las tres primeras entradas) lo siguiente:
trabajar.
(Del lat. *tripaliāre, de tripalĭum).
1. intr. Ocuparse en cualquier actividad física o intelectual. (Trabajar en la tesis doctoral. Trabaja poco y mal.)
2. intr. Tener una ocupación remunerada en una empresa, una institución, etc. (¿Trabajas o estudias?)
3. intr. Ejercer determinada profesión u oficio. (Trabaja como periodista. Trabaja de jardinero.)
Ahí encontramos la palabra latina tripalĭum.
Y resulta que tripalium era el nombre de un temible instrumento de tortura.
Tripalium (tres palos) es un vocablo del bajo latín del siglo VI de nuestra era, época en la cual los reos eran atados al tripalium, una especie de cepo formado por tres maderos cruzados donde quedaban inmovilizados mientras se les azotaba.
De tripalium derivó inicialmente tripaliare (torturar) y posteriormente trebajo (esfuerzo, sufrimiento, sacrificio). Trebajo evolucionó posteriormente hacia trabajo, vinculándose poco a poco con la idea de ‘labor’. Lo mismo ocurrió en francés, lengua en la cual tripalium derivó en travail (trabajo), vocablo al cual los ingleses dieron la forma travel y un nuevo significado, asociándola inicialmente a la idea de ‘viaje cansador’ y, más tarde, simplemente viaje.
Concluyendo.
Los que consideramos el trabajo como un castigo ahora nos queda más claro, más teniendo en cuenta que las palabras trabajo y tortura tienen el mismo origen.
Curioso, ¿verdad?