Guadalupe Grande (Madrid, 1965)
Confieso que me siento muy cercano a la poesía de Guadaluoe Grande, la descubrí a través de recitales y lecturas y me interesa mucho.
Me interesa su poesía y la reflexión que hace sobre lo que significa el propio acto de escritura.
Estoy de acuerdo con ella en que la escritura, la poesía, es una tabla de náufrago, es una respuesta a la derrota. Sí.
En una breve reseña bibliográfica de ella encuentro:
Guadalupe Grande, poeta madrileña, nacida en 1965, hija de dos grandes poetas españoles como son Francisca Aguirre y Félix Grande. Poeta, narradora, crítica literaria y editora. Es licenciada en Antropología Social. Ha publicado los libros de poesía El libro de Lilith, Premio Rafael Alberti, 1995; Renacimiento, 1996 y La llave de niebla, 2003; el relato Fábula del murciélago, fue accésit del Premio Barcarola 1996. Sus poemas figuran en diversas antologías españolas e iberoamericanas.
Y la poética de Guadalupe Grande a la que me refería:
«Pienso que escribir poesía sea quizá una derrota necesaria. Pienso en la palabra derrota y me abrazo a ella como el náufrago se abraza a la última ola. Pienso en la palabra naufragio. Escribo la palabra naufragio y veo las calles de una ciudad, la gente que viene y va, como las olas, el movimiento confuso de las cosas y los seres: tal vez los restos de un viaje transoceánico que nunca supimos a dónde conducía y que ha llegado hasta aquí, hasta la palabra naufragio, hasta la palabra derrota. Escribo la palabra derrota y pienso en la palabra sentido: en el sentido de abrazarse a la última ola, de abrazarse al rescoldo, a la memoria que tartamudea en el centro de cada palabra, a la ceniza desde la que la memoria arde en los ojos, al hueco oceánico y ceniciento por el que se desploman las palabras y que siento como la única juntura posible. Ver, mirar, hablar. Pienso en las palabras, su rescoldo, su ceniza, su sonido, su música de sentido. Pienso en la poesía como en las palabras de un náufrago. Pienso en cada poema como en las últimas palabras de este naufragio, de esta derrota necesaria. No sé si me acerco a lo que pienso.»
Guadalupe Grande tiene un mundo poético con el que me identifico, ya lo dije. Aquí os dejo como muestra alguno de sus poemas. Merece mucho la pena seguir leyéndola.
JUNTO A LA PUERTA
Quién nos dijo
mientras nos desperezábamos al mundo
que alguna vez hallaríamos
cobijo en este desierto.
Quién nos hizo creer, confiar,
—peor: esperar—,
que tras la puerta, bajo la taza,
en aquel cajón, tras la palabra,
en aquella piel,
nuestra herida sería curada.
Quién escarbó en nuestros corazones
y más tarde no supo qué plantar
y nos dejó este hoyo sin semilla
donde no cabe más que la esperanza.
Quién se acercó después
y nos dijo bajito,
en un instante de avaricia,
que no había rincón donde esperar.
Quién fue tan impiadoso, quién
que nos abrió este reino sin tazas,
sin puertas ni horas mansas,
sin treguas,
sin palabras con las que fraguar el mundo.
Vamos, no lloremos más,
la tarde aún cae despacio.
Demos el último paseo
de esta desdichada esperanza.
De "El libro de Lilit"
.............
OFICIO DE CRISÁLIDA
Durante un tiempo estuve muerta:
hubo hambre y cansancio,
y el sonido del mar y el aroma de los alimentos
y la luz de la vida poblándose, reuniéndose;
pero algo estuvo muerto.
(nada existe más allá del instante
nada germina nada surge
las horas pasan sin hacer ruido
niebla que empaña cuanto toca)
Fue imposible rastrear los pasos en el tapiz
y ni siquiera hubo obstinación,
pues lo primero que un muerto pierde es la memoria;
comencé a olvidar sin ningún plan ni itinerario
y no hubo signo premonitorio
que advirtiera la llegada de esa calamidad.
(acariciaste mi sombra afanosamente amor
pero entonces ya estaba muerta
hilachas de deseo en la piel y espuma muerta en
la boca
que estar muerto es triste y dura mucho e indigna a
quien lo presencia)
Durante un tiempo estuve muerta
como una crisálida guardada en una caja de cartón,
detenida en el umbral, olvidada del gusano y de la mariposa.
Instante perpetuo, cómo duele despertar de tu sosegada indiferencia,
de tu dócil y atónita bondad.
...........
ECO
I
Sucede en el sonido de tu pecho
que recorre las paredes del patio
No puedo verte
Es el sonido hueco de tu pecho,
en su eco de semilla y arcilla
que germina en las paredes del patio
y en su vuelo
enluta de verde las cuerdas
de la ropa recientendida.
No puedo verte
Sólo escucho el sonido de tu pecho
tu legado de ramas,
tu memoria de polen y de insectos
II
Pero ahora es este patio
Este patio y sus ventanas
Este patio y los vencejos.
Este patio y su sonido:
El río interminable de los grifos,
la lluvia que ahora hierve en el aceite,
los timbres, el teléfono, las puertas,
la bruma que descansa en la nevera,
lavadoras, sartenes, tenedores,
tartamudos utensilios en el hueco de tu pecho
III
En el sonido de tu pecho extraño
todo es nostalgia.
Queda todo tan lejos.
Queda todo al otro lado del mundo,
al otro lado del televisor,
al otro lado de los arbustos y la memoria verde,
al otro lado del patio,
justo al otro lado,
allí donde las orquídeas se tienden
a llorar
por una muerte oscura de sartenes.
Nostalgia excéntrica en tu pecho,
Nostalgia verde de lo que nunca hubo,
Terrible nostalgia torrencial.
Nostalgia de lo que no habla y vive.
IV
Así, entre tus plumas
Así en el sonido de tu pecho
y así en las jaulas de ese idioma
que no sabemos ver
mientras
"yace la vida envuelta en lo alto olvido"
De "La llave de Niebla", Ed. Calambur, 2005