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Presentación de "A fin de cuentas" de Manuel Cortijo, presentado por Javier Díaz Gil |
Este pasado martes, 23 de abril de 2024, coincidiendo con el Día del Libro se presentaba en Getafe dentro de su Festival "De Poesía por Getafe", el último poemario de Manuel Cortijo Rodríguez, "A fin de cuentas", publicado por la editorial Mahalta.
En el tiempo que teníamos destinado, como parte de un acto compartido con otros cuatro poetas getafenses, tuve la oportunidad de glosar el libro de Manuel Cortijo, después pudimos escuchar en la voz del poeta alguno de los poemas del libro.
Os dejo aquí el texto de mi presentación para que podáis conocer más sobre "A fin de cuentas" y os anime a leerlo:
Presentación
“A fin de cuentas” de Manuel Cortijo
Getafe, 23 de abril de 2024
Espacio Mercado
Manuel Cortijo, poeta en escucha
“A fin de cuentas”, el libro que hoy presentamos de Manuel Cortijo, es su quinto libro publicado. Cortijo empezó a publicar en su madurez. Sus cinco libros han sido editados en los últimos doce años. Pero no ha sido un poeta tardío, escribe Manuel Cortijo poemas desde su primera juventud, nos lo dice en el poema “La Roda” de este libro:
donde dieron comienzo mis primeras
labores aprendices
de aspirante a poeta
(…) escandiendo las sílabas
de los primeros versos
Aunque con publicaciones anteriores de sus poemas en revistas y antologías, no es hasta 2012 cuando publica su primer libro. Signo para mí, de madurez literaria también y de responsabilidad con la poesía y los lectores.
Como dice en unos de los versos de “A fin de cuentas”, su compromiso con la palabra es total porque sabe que
No es cualquier voz la voz que se permite,
(…)
ser la voz del poema, (…)
(…) si quien habla tan sólo
es capaz de decir lo que han mirado
sus ojos sin ponerle siquiera ni un adarme,
una pizca de luz (…)
“A fin de cuentas” está precedido de un excelente prólogo del poeta Cristóbal López de la Manzanara en el que encontraremos certeras reflexiones y claves para la lectura de este libro. No dejen de leerlo.
Puede parecer, atendiendo al título que “A fin de cuentas” es un libro de cierre de ciclo en el que el poeta desde el intimismo hace balance de lo poético y de lo vital. Pero estoy seguro de que no hay intención de cierre en un poemario en el que se anuncian temas como el amor que vence al dolor y a la muerte, la celebración de la amistad, la constatación ineludible del paso del tiempo… junto a los poemas metapoéticos, donde la palabra es luz de conocimiento. Manuel Cortijo es un poeta en espera, en escucha, un poeta que aguarda desde su taller el don de la palabra.
Formalmente, podemos constatar que Manuel Cortijo es un artesano cuidadoso con el verso, cuidadoso con el ritmo en la sucesión cadenciosa de los versos impares por el uso de la silva libre impar, el empleo de recursos como la anáfora (No sabría quién soy… no sabría quién soy), los versos encadenados (…de aquellas aguas/ de las aguas pretéritas), encabalgamientos (iba echando flores / y confetis), las estructuras bimembres (mirarse y apurarse; el vuelo y la alegría…)…
Él mismo confirma su labor de relojero en estos versos del poema “Si esto fuese la palabra”:
Poco tienes que hacer, si no es ponerte
el mono de trabajo
cada mañana -manos a la obra-
(…) disponiendo
cada verso en su sitio, las herramientas para
no dejar la palabra
en mal lugar.
Conoce bien el arte poética y la emplea. Multitud de ejemplos de más recursos encontrará el atento lector en sus páginas.
Dividido el libro en tres partes, “A cuentas con la luz”, “Tomar de lo que viene” y “Si esto fuese la palabra” están precedidas de un poema introductorio en el que el poeta adopta un tono de magisterio y desde la madurez y el conocimiento establece las certezas que quiere transmitirnos. Son los temas que tratará a largo del libro. No en vano comienza sentenciando:
Vivir es aprender, ir aprendiendo
que el tiempo no puede detenerse
Y añadirá:
Vivir es aceptar lo que se pierde
Para terminar, aseverando:
la vida una búsqueda sin tregua
(…)
si podemos decirlo con oíble
claridad…
Este primer poema, declaración de intenciones del libro, está constituido por tres estrofas y cada una de ellas se cierra con un heptasílabo que se corresponde cronológicamente con cada uno de los títulos de las tres secciones.
Es breve el tiempo de presentación por ello, para no detenerme en ellas, invito a los lectores a no desatender las citas que acompañan a las secciones y a los poemas por doble motivo, por un lado, nos da pistas del contenido temático y por otro, nos habla de los poetas que admira: Carlos Sahagún, Dante Alighieri, Francisco Castaño, Raquel Lanseros, Eladio Cabañero, Ángel García López… y muchos más.
Es la primera parte, “A cuentas con la luz”, con su primer poema “Meditación”, una toma de conciencia del paso del tiempo y de su erosión y de la posible pérdida de la palabra poética. Esta conciencia del paso del tiempo reafirma en los siguientes poemas su actitud de poeta en espera:
Asido al mundo espero
(…) aquel poema
En esta actitud de espera de la palabra aparece el símbolo más querido por Manuel Cortijo: la luz, la luz como conocimiento, la luz como sinónimo de palabra poética, de deslumbramiento. Hay una resonancia íntima del gran Claudio Rodríguez:
¿…los dominios
oídos de esa luz,
cuando todo parece que está a oscuras?
Y utiliza el tono coloquial en el poema “Inspiración” en el que nos habla de la espera y del trabajo :
Por si acaso quisiera
venir la inspiración a visitarme,
me pongo a trabajar,…
Y añade:
voy a quedarme
cerca de los poetas que más trato
Reivindica su fidelidad a los poetas que le rodean, los cercanos y cómplices y los maestros de los que aprende.
Es la luz del conocimiento, la palabra que defina quién soy.
Cuando el poema llama a su pecho, hay que ir a abrirle.
Y el tono coloquial es el modo de defenderse en el poema “Reprobación” frente a aquellos que dicen que abusa de la luz. La defensa de la luz necesaria para buscarse en su verdad, la luz necesaria en sus poemas.
Cierra esta sección un poema algo más largo, “El tiempo de la luz”, es la celebración del amor en la madurez que conecta con la siguiente parte y una reivindicación quevediana de amor más allá de la muerte.
La segunda parte, “Tomar de lo que viene”, nos trae al poeta más íntimo con temas como:
- El amor (con este ejemplo de paralelismo):
esto
que nos pasa es verdad y que se sepa,
que la cuente el amor
y que se sepa.
- O El dolor, en el poema “Pesadillas”, tolerarlas, tolerar el dolor, para seguir viviendo.
Encontramos hallazgos como el hermoso poema “En los ojos del tiempo”, ojos que son luz, mirada, verdad, conocimiento. O “Ciertas cosas” que me hacen pensar en Ortega y ese “soy yo y mis circunstancias”: Las cosas son testigos de lo que hemos sido, / de lo que somos…”
En esta sección intimista encontramos referencias a la infancia, la madre, La Roda -su lugar de nacimiento-, (El sitio del amor no se negocia), el padre y las referencias a La Mancha y su lenguaje: vendimia, majuelos, capachos, espuertas, pleitas, esparto…
La memoria se convierte en otra forma de vencer a la muerte, de vencer al olvido.
Pero hay también en este intimismo una asunción del acecho de la noche en “Vivimos por vivir”:
no queda otra cosa que no sea
(…) ver llover la vida sobre todo
lo mojado que nunca
va a secarse.
que enlaza con el duro poema sobre el alzheimer dedicado a su hermana Juliana, fallecida, y ese consuelo final en Dios, donde el daño no hace bulla.
En la tercera parte, “Si esto fuese palabra” retoma la reflexión sobre el acto de escribir. Escribir para conocerse. La poesía en espera: Por eso aguarda atento, desvelado, nos dice.
Está el deber del poeta de empujar la voz poética hasta darle su sitio en el decir. O reivindicar, como en el poema homenaje a Cristina Cocca, la necesidad de apostar tu vida por un verso… si esto fuese palabra.
Y saberse humilde para seguir sintiéndose aprendiz en el poema “Cura de humildad”, y no creerse nunca dueño de la luz. Aprender de los poetas que te rodean, Neruda, Vallejo, Gil de Biedma, Ángel González… Y afirmar que la palabra es caprichosa, ella es la que nos posee.
Poesía en espera pero con el conocimiento, la sabiduría que hay que poseer de lo ya dicho: decir lo que está dicho (…) no va a ninguna parte.
Las palabras son un tesoro:
podrían morir si las dejamos
decirnos por decir,
sin decir nada.
El poema sólo podrá ser tuyo cuando él quiera.
Este libro tiene afán enciclopédico, está plagado de referencias culturales. Manuel Cortijo nos lleva a otros poetas o a la pintura (Velázquez, Rubens, Benjamín Palencia, Monet…). Su objetivo es mostrarnos la necesidad, para vivir también, de la belleza.
Cierra la sección y el libro el poema que da título al libro, “A fin de cuentas” que conecta con el primer poema. Es la aseveración de nuevo de cómo la vida avanza deprisa, en despedida. Que sucede la desposesión para dejarnos en un punto y final de silencio, lejos ya de la palabra.
Este poemario que estamos presentando es un libro, no lo dudéis, de alta madurez y poesía.
Manuel Cortijo, decía al principio, es poeta en espera. La espera en la que permanece el poeta para recibir la palabra es la espera nuestra, la de sus lectores, confiados en que la luz siga siendo su compañera y nos siga regalando la palabra que emociona donde él se reconozca y nos reconozcamos.
Manuel Cortijo, poeta honesto, del que debemos aprender los demás poetas cuando nos dice:
Trabajo por amor con las palabras,
para decir quién soy.
Gracias, Manuel, por este nuevo regalo de la luz y la palabra.
Javier Díaz Gil
14 de abril de 2024
Os dejo también algunas imágenes y vídeos de la prersentación: