Siempre en la Mitología, el desafío a los dioses se paga con un duro castigo. Ícaro lo pagó con su vida. Quiso volar más alto, tocar el sol. El sol deshizo la cera de sus alas y cayó al mar.
Hay dos lecturas en el Mito de Ícaro, el desafío a los dioses (volar hasta alcanzar el sol) y la inconsciencia ante el consejo del padre. El padre, entendido también como el que posee la experiencia, la sabiduría.
Pero, personalmente, no quiero quedarme con la falsa conclusión de "evitemos el desafío".
Elijo, Ícaro, el desafío pero junto a la sabiduría de hasta dónde podemos llegar, intentando conocer bien el arte o el artificio que hemos inventado para volar (la tecnología, la fuerza, la paciencia...) para no caer.
Me queda claro que no es igual ambición y desafío.
La ambición nos ciega, el desafío nos ilumina.
Es agradable releer el mito de Ícaro y de su padre, Dédalo. Su relación con Creta y el Minotauro. La sabiduría de Dédalo, pero también sus celos ante los que le aventajaban en sabiduría.
Os invito a hacerlo. Os dejo aquí el relato mítico de Ícaro y Dédalo. Disfrutadlo:
(Tomado de http://mitologiagrecorromana.idoneos.com/index.php/316443)
Dédalo era un artista e inventor ateniense que había aprendido su arte con la diosa Atenea en persona. Sin embargo, le aventajaba su sobrino Talos, el cual siendo aún muy jóven, inventó la sierra, el torno de alfarero y el compás. Celoso, Dédalo arrojó a Talos desde el tejado del templo de Atenea y lo mató. Por esa razón fue desterrado hallando refugio en la corte del rey Minos, don de tuvo, con una joven esclava un hijo al que llamaron Icaro.
Después de que Teseo matase al Minotauro, Minos encerró a Dédalo y a Ícaro en el laberinto. La única forma de escapar del laberinto era por el aire, ya que no tenía techo, por lo que Dédalo, construyó dos pares de alas con plumas y cera. Luego de decirle a Ícaro que no volase cerca del sol, para que la cera no se derritiese, ni demasiado cerca del mar, para que las plumas no se mojasen, ambos partieron volando. Pero ante la exultante libertad, Icaro olvidó los consejos de su padre y voló tan alto que el sol derritió sus alas y se precipitó al océano, donde murió.
Dédalo llegó a salvo a Sicilia y se refugió en la corte del rey Cócalo. Minos lo persiguió, pero Dédalo, habiéndose instalado en el palacio de tuberías de agua caliente, lo mató hirviendo el agua mientras éste tomaba un baño.