Cada cual transita por los vericuetos de sí mismo a la intemperie, es decir, sin más brújula que la del instinto y la lectura, para tratar de construir un poema, un artefacto de estricta combinatoria verbal. Pretendo decir algo que sabe cualquier excursionista aficionado: las indicaciones cartográficas no tienen nada que ver con la geografía de nuestra aventura. Intuyo que todo tal vez consista en eso: pertrecharse de un equipaje propio de las palabras adecuadas, para dar cuenta de la aventura de la vida.
No se trata de que desprecie la comodidad de escribir a cubierto (a menudo, resulta estimulante poseer conjeturas sobre casi todo), sino que estoy seguro de que dormir bajo techado resulta indiferente a la hora de escribir. Los hoteles de juventud en donde todas las cosas estaban en su sitio son ilusorios. De manera que hoy prefiero hacerme la ilusión de que escribo a la intemperie.
Mis certezas, repito, me han devuelto a mis incertidumbres, o, mejor dicho, mi única certeza es que me he convertido en el paseante a cuerpo gentil de mis incertidumbres y mis perplejidades."
Carlos Marzal escribe para reconocerse: La incertidumbre es el motor de la poesía.
Encuadrado en la corriente de la poesía de la experiencia, Marzal ha ido más allá, buscando el aspecto reflexivo del poeta frente al mundo, la búsqueda, a través del poema, del mundo que uno habita.
Es autor también de dos novelas, pero me interesa fundamentalmente por su obra poética. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Ha sido codirector durante diez años de la revista de literatura y toros Quites. Ha sido traducido al frances, italiano, alemán, búlgaro y catalán, siempre formando parte de antologías de poesía española.
Ha publicado los poemarios:
El último de la fiesta (1987).
La vida de frontera (1991).
Los países nocturnos (1996).
Metales pesados (2001).
Fuera de mí (2004).
El corazón perplejo (2005).
UN MAR DE LÁGRIMAS
Sufrirás. Ya has sufrido.
Tal vez estés sufriendo.
Y aunque sepas por qué (si es que lo sabes),
ese conocimiento no será tu consuelo.
El adiós a los tuyos; el azar,
implacable; la incógnita del cielo,
todo lo que se pierde
hechos y vida abajo, tiempo abajo,
o también vida arriba, hacia lo que te espera,
todo, configura el sabor de tus lágrimas,
un sabor sin sabor, ya que no lo comparte
quien te ha visto sufrir
-no puede compartirlo-,
un sabor que no entiendes,
un cúmulo de lágrimas que trazan,
no sé dónde,
un mar por el que bogan,
y no sé para qué,
inútiles por siempre, inconsolables,
quién sabe desde cuándo,
su alma,
tu alma
y la mía.
(De "Los países nocturnos" 1996)
.
EL CORAZÓN PERPLEJO
Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
no dudes.
No tiembles nunca más por lo que sabes,
no temas nunca más por lo que has visto.
Calamitoso corazón,
alienta.
Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están cifrados
en la clave de un sol tan rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
errátil corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está esperando.
Desde el final del tiempo se levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la tibieza,
ni que este inescrutable amor oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.
Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.
Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar siendo.
Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
en desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
y a fuerza de cantar,
enajenados.
(De "Metales Pesados" 2001)
.
LUGAR RUPESTRE
Con la sed más anciana,
arrodillado,
para encontrarle el cauce al agua tuya,
me he bañado de ti,
linfa radiante;
me he prosternado en ti,
nunca más joven.
En la gruta que parte en dos tu cuerpo,
me he marchado por fin de mis orillas,
me he sumido en tus labios,
con mis labios.
Mi saliva te hablaba sin idiomas.
Con la humedad sagrada
he dibujado,
en la pared de sedas de tu sima.
En resina salobre del deseo,
he dispuesto una rosa,
y la he mordido.
Eché a volar un ave,
y la he matado.
Un hombre había en pie,
y ahora no hay nada.
De "Fuera de mí" 2003
......
Pinchando en el siguiente enlace podréis escuchar y ver a Carlos Marzal leyendo su poema "El corazón perplejo".
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras?portal=0&Ref=8757&video=15
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