viernes, 14 de mayo de 2021

Texto de mi presentación: 13/05/2021: "Signo de agua" de Alma Pagés en Café María Pandora (Madrid)

 

Javier Díaz Gil y Alma Pagés (Foto José María Herranz)


Presentación de "Signo de Agua" de Alma Pagés

Este jueves, 13 de mayo de 2021, tuve la suerte de presentar en el café María Pandora de Madrid el nuevo poemario de Alma Pagés, "Signo de agua" (Ed. Los libros del Mississippi, Madrid, 2020). Con las medidas necesarias de distancia y mascarillas, nos reunimos los amigos y lectores para escuchar los poemas de este nuevo libro, necesario y profundo, de Alma.

Foto: Ismael Istambul

Junto a la autora y junto a mí estuvo en la mesa el editor, Antonio Benicio Huerga, que inició el acto con unas palabras previas.

Volver al María Pandora para compartir una presentación literaria después de tantos meses de confinamiento era una fiesta y lo era aún más por presentar este libro de Alma Pagés. 

Os copio a continuación el texto de mi presentación. No dejéis de leer este libro.



EL AGUA COMO SÍMBOLO


Los que conocemos la poesía de Alma Pagés, sabemos de su inclinación por el símbolo. Es la Naturaleza una referencia en su poética, un espacio físico y espiritual donde contemplarse, donde alcanzar las viejas ideas platónicas de la Verdad, la Belleza y el Bien.  

Me atrevería a afirmar que la poesía de Alma Pagés se construye buscando, persiguiendo esos tres ideales. Y es a través del símbolo cómo su oficio de poeta manifiesta su mirada a cuanto le rodea y al interior de sí misma. La poesía sirve al poeta y al lector para explicar el mundo, sirve para marcar un camino y conmovernos, para identificar las certezas que nos mantienen a flote.

No es casual que el poema que abre el libro se titule “Agua”. Es el agua el símbolo por excelencia para Alma Pagés.  El agua que con su paciencia borra recuerdos (la referencia al río Leteo en este primer poema es manifiesta), el agua que nace de los abismos para recuperar la luz, la serenidad, lo eterno.

Signo de agua es un poemario que alude a una doble condición, la ya expuesta: el agua como símbolo de salvación; y la astrológica: un signo de agua es bajo el que nació Alma Pagés y tal vez, como dice en el poema “Tarot”: Surge la angustia. Siempre la angustia / en este ser tan alejado del agua. 

Alma Pagés, quizá porque nació bajo un signo de agua, posee una clara vocación de interpretar el mundo a través de la palabra, a través de su sensibilidad, de su facilidad para comunicarse por medio de la escritura. Y se maneja con soltura también, es justo destacarlo, en otros géneros como la novela (“A la manera de James” publicada en 2012) o el relato breve (sus textos han sido incluidos en varias antologías).

Pero es en la poesía donde su expresión se hace más pura. El poeta posee la verdad y debe manifiestarla y sabe que regresar al agua es regresar a la vida plena.

De una forma muy sutil, Alma Pagés divide “Signo de agua”, este poemario, en tres partes. Cada parte precedida por una estrofa de un poema de Emily Dickinson. Un barco a la deriva… inicia la primera de ellas: son poemas de pérdida, de conciencia también, de identificación con la Naturaleza. 

Los marineros dicen que un barco al atardecer abandonó su lucha y se hundió… dicen los versos de Dickinson en esta segunda parte. Aquí están los poemas más comprometidos, los impulsados por el Bien y la Verdad.

Y, por último, los ángeles dicen que al enrojecer la aurora… un barquito avanzó exultante. La estrofa final de Emily Dickinson es luz y esperanza, la decidida búsqueda de Alma Pagés de la Belleza. El sentimiento definitivo de compromiso de Alma Pagés. La paz como meta.

Pero estos temas no son nuevos en la poesía de Alma Pagés. En su anterior poemario, Un cuento oscuro, el binomio luz y oscuridad y la identificación con el más débil (especialmente con el sufrimiento y el dolor de las mujeres) eran ya parte de su temática. El Bien, la Verdad, la Belleza…

Ahora, en “Signo de agua”, aquellos símbolos se identifican con el agua y forman parte del mismo campo semántico: luz/agua, oscuridad/abismo.

Renace hacia la luz, azulan los mares o Queda la huida hacia la luz, nos dice Alma Pagés en alguno de los versos de este libro.

Cuando la sima, la profundidad -que son imágenes de oscuridad y espanto- nos acechan sólo queda la esperanza del agua. El agua, símbolo de libertad y también de alegría. Pero también están el deseo, el amor, la pasión que nos libera (Y la sal sobre mi herida abierta / es crepitar de Eros invicto). 

Ejemplo de ese juego erótico aparece en el poema “Adolescente” y en muchos otros.

Formalmente, Alma Pagés maneja con sabiduría el ritmo (el ritmo que es agua que fluye en los poemas de esperanza, agua retenida en los más oscuros y es agua como olas que vienen y van…). Maneja el ritmo conjugando recursos como los paralelismos y las anáforas (Un temblor de hojas, un temblor de agua, un temblor de viento), catáforas (que utiliza en uno de los poemas con esta imagen tan bella de agua muchacha), conseguidas aliteraciones (el agua llovediza/en la calma vivaz del aguazal o en Despiadado desgarro del deseo).

Me conmueve especialmente la segunda parte del poemario que, como todo él, debe leerse con detenimiento y pausa. Esta segunda parte más comprometida (las ideas del Bien y la Verdad  a las que aludí) se abre con el símbolo de la niebla (ella tiene la clave de los miedos) y aparecen los desastres naturales (crecidas, tsunamis, sequías…) y los humanos (las pateras, los refugiados, los asesinados y desaparecidos en las cunetas -impresionantes los poemas “Nevada” e “Infamia”-). Y las afirmaciones decididas que unen el concepto de la Verdad al Agua. No me resisto a  citar estos versos del poema “Normalistas”:


Pero el agua no admite desmemorias

Ella irriga las venas de la tierra

Ha recibido el escombro de los muertos

y su resistencia es el grito de los huesos

refulgentes como joyas en el basural.


Este libro es un discurso lírico que Alma Pagés, como anunciaba al principio, quiere cerrar con la esperanza. Es la tercera y última parte testimonio de ello.

La nave está arribando al norte.

Gran libro que persigue el Bien, la Verdad, la Belleza en el que el lector de poesía sabrá encontrar no sólo la referencia a Emily Dickinson, sino a poetas como Machado (esos azules…), Lorca (agua que no desemboca…), Miguel Hernández (la paz definitiva…) a poetas que son referencia para Alma Pagés.

Hay esperanza, la poesía nos da certezas, nos mantiene a flote.

La poesía es agua, es salvación. La poesía posee la Verdad. 

Leed a Alma Pagés, dejaos abandonar al agua, a la esperanza y sentiréis con ella que:


Es ahora

Es la piel y el aire

Es el todo es la nada.


Javier Díaz Gil




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