1.
Iré a la infancia de la Tierra.
Al lugar donde nace
el Hombre nuevo.
La sombra de los Andes
abraza la ciudad,
me abraza,
y hay una música de
guitarra,
y la voz profunda
del Poeta -la oigo-
que me está llamando.
Iré a mis manos de niño,
a mis
manos de hombre
descubriendo el mundo.
Las manos que te
acarician,
levantarán
la copa de vino rojo
que mojará mis labios,
que calmará la sal de mis labios.
Se escucharán mis versos
en una calle de
Santiago,
la luz será más luz
y los días se alargarán
como se alargan las
sombras
y la ausencia.
Es posible regresar a
lugares
a los que nunca fuiste.
Regresaré a mi sangre,
a
recorrer tus Alamedas,
a las calles en las que
crecí,
a tus sombras
acogedoras.
El tacto febril
del alerce.
El
azul hielo
de
los glaciares.
La sal y la sangre
de Atacama.
Regresaré a Chile al fin,
como quien regresa
a una
boca
amada.
© Javier Díaz Gil
(Primer poema de mi libro "Regresar a Chile" que se publicará próximamente)
(Primer poema de mi libro "Regresar a Chile" que se publicará próximamente)
1 comentario:
Emocionante poema, Javier. Me ha gustado mucho. También es posible que, aunque regresemos al punto de partida, lo que encontremos sea distinto a lo que en su día dejamos, o que nuestra mirada haya cambiado tanto que ya no seamos capaces de reconocerlo. En cualquier caso, seguro que el viaje habrá merecido la pena.
Gracias por compartir tu poesía, amigo. Es un placer leerte.
iñaki
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