Adriana García-Rama Ocaña, poeta (Madrid, 1989)
Como he hecho con entradas anteriores, traigo a mi blog otra autora imprescindible y que forma parte de la Tertulia Literaria "Rascamán" que coordino.
Poeta joven, hoy quiero presentaros un nombre que no debéis perder de vista: Adriana García-Rama Ocaña.
Incluida en la antología "Cuaderno de bitácora" de la Tertulia Literaria "Rascamán", (editorial Poeta de Cabra, Madrid, 2016), tomo de ese volumen su reseña biobibliográfica:
"Nací en Madrid en 1989 y mi pasión por escribir existe desde que soy capaz de coger un lápiz y garrapatear. A la edad de 15 años comencé a asistir al Taller de Creación Literaria impartido por Javier Díaz Gil, en el cual permanecí dos cursos, y fue allí donde germinó mi interés por la poesía, que empecé a cultivar y que me ha acompañado desde entonces.
He ganado algunos premios modestos de poesía y colaborado en diversas revistas literarias y recitales de poesía aunque mi segunda pasión, la montaña, me ha tenido siempre algo apartada de los círculos literarios."
Actualmente vive en Barcelona y participa de forma intermitente en la Tertulia Literaria Rascamán.
Adriana García-Rama es una poeta que utilizando como soporte el verso libre escenifica el exilio territorial y lingüístico. Con mayor voluntad de imagen Adriana García-Rama explora el amor y el alejamiento de la tierra y de la lengua de origen: la nostalgia, la hostilidad de lo nuevo, lo desvaído del ser, el cambiante proceso de la conciencia y de los sentimientos…
Adriana nos leyó en el seno de la Tertulia un poema incluido en la antología el pasado miércoles 30 de noviembre de 2016. Un poema que comienza con el verso "No pido mucho..."
Aquí os dejo el vídeo que le grabé.
Como siempre, disfrutadlo y no olvidéis el nombre de esta magnífica poeta.
No pido mucho,
apenas que me dejes
juntar todas las migas que muestran cómo regresar,
conducir contigo tan lejos
que la noche se nos vuelva fábula,
y refugiarnos en el hueco más pequeño
donde estemos tan juntos, tan pegados,
que no podamos beber ni señalar,
donde no quepa una lágrima
y sólo nos quede
amarnos despacito,
de la forma
más suave
para no despertar
a esa pelusa que los dos llevamos dentro
y que la gente se empeña en llamar
soledad o tristeza.
(Adriana García-Rama Ocaña)
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