POEMA MANIERISTA
A veces se me olvidan los sueños.
Cuando despierto, a mi lado
sólo queda una cama deshecha.
En contra de la norma y de las leyes de la física
el viento ordena mis cabellos.
No me sorprendo.
Recibo más de lo que doy.
Tiendo a prolongar la felicidad.
Probablemente sea un defecto que no controlo.
O una incertidumbre.
Vuelo en dirección a las olas
y los pianos me observan detrás de los escaparates
con sus tapas cerradas.
Camino despacio sabiendo de tu boca.
Si estoy aquí, ahora, es porque siento.
Habrá días en que no me encontraréis.
Detrás de mi casa acaba el mundo.
© Javier Díaz Gil
31 de agosto de 2012
6 comentarios:
Maravilloso poema, las palabras alcanzan su máximo esplendor, su combinación abraza el sentido eterno de la felicidad.
Un abrazo querido amigo
Marilo
Querida Mariló, muchas gracias por leerme. Me alegra que el poema te haya sido tan sugerente.
La felicidad es un don y hay que aferrarse a ella.
Un beso muy grande, amiga.
Javier
En su lectura encuentro sonidos de la partitura de la vida. Y sus silencios, y todo en armonía.
Muy tuyo Javier, muy bueno.
Un beso
Muchas gracias Paloma! Nos vemos pronto en a Tertulia. Un beso!
Javier
Puede que detrás de tu casa termine un mundo para dar comienzo a otro. Un mundo más armonioso, sugerente y pleno, un mundo que compartes con una gran generosidad. Eres un hombre admirable, Javier. Me siento orgulloso de conocerte.
Un abrazo, amigo.
Iñaki, gracias por tus palabras. La verdad es que como dice el poema "recibo más de lo que doy". Pero sí es cierto que intento compartir ese mundo al que te refieres y que me permite compartir contigo amistad y Literatura. Amistad y Literatura necesarias. Eres muy generoso. Un abrazo, querido amigo.
Javier
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