sábado, 13 de enero de 2007

Luis Cernuda

El blog se construye poco a poco y se van creando secciones que me identifican, es mi primera mención (y habrá muchas más) a poemas y poetas, a mis poetas. La poesía no deja de ser necesidad y nos acompaña y, estoy seguro, muchas veces nos salva.
Hay poetas a los que acudir, en los que sabemos que encontraremos siempre la palabra necesaria.
Uno de ellos es Luis Cernuda.
Miembro de la Generación del 27, nació en 1902 en Sevilla y muere, exiliado, en México, en 1963. Su obra gira siempre en torno a dos conceptos, la realidad y el deseo.
Transcribo aquí uno de sus poemas, estoy seguro que encontrareis en él igual que yo, refugio.

NO DECÍA PALABRAS

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

De "Los placeres prohibidos" (1931)

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