miércoles, 16 de mayo de 2007

José Cereijo. Celebración de la vida, el canto a lo perdido.


JOSÉ CEREIJO

Releo estos días el último y magnífico libro de Cereijo: Música para sueños (Ed. Pre Textos). José Cereijo escribe la poesía que uno quisiera haber escrito. En esos poemas me descubro y me reencuentro. La buena poesía tiene como ventaja que puedes volver al poema cuantas veces quieras porque en cada lectura te reconocerás de nuevo y habrá siempre un nuevo matiz por descubrir.

José Cereijo nació en Redondela (Pontevedra), en 1957. Desde 1968 vive en Madrid. Ha publicado hasta la fecha cuatro libros de poemas. Sus tres anteriores son: Límites (Colección Melibea, Talavera de la Reina, 1994), Las trampas del tiempo (Hiperión, Madrid, 1999), y La amistad silenciosa de la luna (Pre-Textos, Valencia, 2003), una colección de haikus a la que pertenecen los que aquí os trasncribo:

La tarde intensa

y olorosa de Junio

te deseaba.

........

A mis recuerdos

les pregunté por ti.

aún discuten.

........

Ven: paseemos

otra vez junto al río.

Él no lo sabe.

........

Bajo la tierra

repetiré: "estoy muerto",

hasta entenderlo.

........


José Cereijo es un poeta elegíaco, canta a la pérdida, a lo que se ha de perder, pero no es un poeta del lamento, su poesía es celebración, intento de, ante la visión de los perdurable, querer disfrutar, deseo de celebrar intensamente la vida.

Música para sueños recoge esta idea en su poesía y también la idea de poesía como búsqueda, antes que como cualquier forma de seguridad (o incluso de fe) en el resultado.

Es inolvidable escuchar a Cereijo leer sus versos, su voz grave y profunda, su ritmo, te conmueve.

No puedo dejaros aquí su voz pero sí alguno de los poemas de este libro que espero os gusten y os despierten la necesidad de seguir conociendo y leyendo a José Cereijo:


QUE YO NO SEA MÁS...

Que yo no sea más que una fugaz imagen
que brilla en la memoria un instante, y se apaga.
Que yo no sea más que un papel olvidado,
y que tal vez contiene algunos viejos versos.
Un rincón de ti misma por el que ya no pasas;
una fotografía que ya no mira nadie.
El levísimo roce solitario del viento.
Lo que ya sé que soy:
pero que esté contigo.


TE MIRARÉ DESPACIO

Te miraré despacio,
me perderé en tus ojos,
igual que un viajero
que se pierde en un bosque
en el que vive aún
alguna antigua magia.
Conoceré el silencio,
la angustia y la belleza
que existen en las cosas
más grandes que nosotros.
Y luego, al retirar
mis ojos de los tuyos,
llenos de vida,
habrá pasado un siglo.
Que así el amor construye
su eternidad, tan breve.


EL SILENCIO

Calla la vieja muerte hospitalaria,
calla Dios en su cielo,
calla el amor si es hondo, y también calla,
como el dolor, el tiempo.
Para qué tus palabras, si todo lo que importa
pertenece al silencio.


EL AMANTE RECUERDA

No todo lo he perdido. Queda tu nombre. Queda
la hondura del silencio después de pronunciarlo.
Queda lo que no pasa ni puede pasar nunca:
lo que nunca ha pasado.

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