lunes, 22 de enero de 2007

Dos poemas de enero de Javier Díaz Gil


Las musas son caprichosas y las de la poesía lo son más. Puedes tener periodos muy plenos de escritura en los que algo te ronda en la cabeza y entonces nacen poemas como manos abiertas, mostrandonos la piel. A veces los poemas nos sorprenden y sólo al final de la escritura uno se descubre en el texto escrito.
Estas palabras son preámbulo para dejar aquí dos poemas recientes, dos poemas opuestos, dos poemas escritos en este enero.
Hay un silencio...

Hay un silencio
y una línea que rasga
como cuchilla.
Llueve bajo tus pies
y la tierra es sólo un espejismo
sobre el que no sigue lloviendo.

El viaje es una huida
y a tu lado sigue vacío un asiento
y tu cabeza es una sombra
en mitad de la nada.

Hay aviones
que te conducen al día,
pero sabes
que es inútil escapar
de la noche que avanza.

Huir es también un regreso.

Abres los ojos.

Vuela un avión vacío
en mitad de la noche.

(17/01/07)


TOMARA

"Ojalá seamos inseparables"
(Mario Benedetti)


"Ojalá", decías,
mientras la ciudad,
-estas calles de siempre-,
se vuelve ciudad nueva
en tu mirada.

"Ojalá qué", yo contestaba,
cerrando los ojos
para no despertar del sueño
por el que caminan
nuestras palabras.

"Ojalá", me miras,
acarician tus labios la tarde y las vocales,
"Ojalá seamos"
-no despertar del sueño-
"inseparables".

(19/01/07)

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