NECESIDAD DEL INTERLOCUTOR
(Desiderata II)
Que encontré manzanas diminutas,
que mis manos están frías,
que quizá sea un hallazgo
el próximo poema que publique,
que llueve en este instante
y han puesto en televisión
aquella película donde el amor
no fue posible.
Que apenas hoy probé bocado
y sigue este dolor en la rodilla,
que los niños crecen con urgencia
y el tiempo está afilando sus cuchillos.
Que no todo es azar y pongo empeño
para que nunca acabe este poema.
Pensar en todo esto y
que me escuches.
© Javier Díaz Gil
1 de diciembre de 2011
5 comentarios:
Bien. Verás cumplidos tus deseos. Ya los ves. Paco
No dejamos de ser meros visionarios de lo que acontece, de los progresos o estancamientos de los que nos rodean, también de los nuestros propios. Siempre, alguien que nos escuche sin simbología de costumbres, por hacer de la palabra el eje, sin pasatiempos. Un saludo Javier, desde el norte.
Gracias Paco, gracias Maribel por vuestros comentarios. Os agradezco la complicidad y esa correspondencia en la interlocución. Me escucháis y os siento.
Un abrazo
Javier
Me gusta este poema. Claro que con esas anáforas con el "que" ya tenías casi mi asentimiento, luego ya que me cuentes cosas tan cotidianas con esa cercanía con que lo haces, consiguiendo dejarme ese poso dentro tan real y a la vez tan sentido, me ha terminado por convencer. Sí señor, me gusta. Un beso, Rocío
Gracias Rocío, me alegro de que te guste. ¡Compartir lo cotidiano es tan importante! Un beso Ro.
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