El poeta uruguayo-mexicano Víctor Sosa (Uruguay, 1956) visita Europa y estará leyendo sus poemas en la Tertulia "Rascamán" del café Ruiz el día 5 de octubre de 2011.
Víctor Sosa está visitando Europa durante estos meses de septiembre y octubre de 2011. El miércoles 5 de octubre tendremos la fortuna de contar con su presencia en el seno de la Tertulia Literaria "Rascamán" que yo coordino cada miércoles de 18 a 21 horas en el café Ruiz, de Madrid -España- (C/ Ruiz, 11).
Entre las actividades que está llevando a cabo, anotad:
- El pasado 3 de septiembre de 2011 participó en el Festival de Poesía Portuguesía, festa da poesia de línguas portuguesas e espanholas, en la Casa Museu Camilo Castelo Branco, en Vila Nova de Famalicao, Portugal.
Entre las actividades que está llevando a cabo, anotad:
- El pasado 3 de septiembre de 2011 participó en el Festival de Poesía Portuguesía, festa da poesia de línguas portuguesas e espanholas, en la Casa Museu Camilo Castelo Branco, en Vila Nova de Famalicao, Portugal.
- El 5 de octubre en la tertulia "Rascamán", café Ruiz, (C/ Ruiz, 11), 18 horas. Madrid (España)
- El 6 de octubre, conferencia: Octavio Paz: el instante fecundo, en el Instituto de México en Madrid a las 19 horas. Instituto de México en España. Carrera de San Jerónimo, 46. Madrid (España)
- Pendiente de confirmar fecha para presentar su libro Nagasakipanema en la librería Juan Rulfo del FCE en Madrid.
Después viajará a Valencia y después a París.
Para quien no conozca a Víctor Sosa os apunto aquí su reseña biobibliográfica:
Víctor Sosa (Uruguay, 1956) es poeta, ensayista, teórico de arte y de literatura, pintor y traductor de la lengua portuguesa. Desde 1983 vive en la Ciudad de México y en 1998 adquiere la nacionalidad mexicana.
Entre sus publicaciones se destacan Sunyata (1992, poesía, editorial Praxis); Gerundio (1996, poesía, UAM); La flecha y el bumerang (1997, ensayos, Aldus); El Oriente en la poética de Octavio Paz (2000, ensayo, Secretaría de Cultura de Puebla); Decir es Abisinia (2001, poesía, Universidad Iberoamericana); El impulso, inflexiones sobre la creación (2001, ensayo, Praxis); Derivas del arte contemporáneo en México (2003, crítica de arte, Praxis); Los animales furiosos (2003, poesía, Aldus); Mansión Mabuse (2004, poesía, Tsé-tsé); La saga del Sordo (2006, poesía, Praxis); la antología Sunyata & outros poemas (2006, publicada en Brasil, edición bilingüe, Lumme); El principio de eternidad (2009, teatro, Lumme); Nagasakipanema (2011, poesía, Praxis); Rostos e rastos do século XX (ensayos, Lumme), lodos lotos (2011, poemas y dibujos de Francisco dos Santos, Lumme); está incluido en la antología Jardim de camaleoes, a poesía neobarroca na América Latina (2004, Iluminuras), editada por el poeta brasileño Claudio Daniel.
Colaboró regularmente con la revista Vuelta en la década de los 90s. Ejerció la crítica de arte y de literatura en La Jornada Semanal, Milenio y Reforma, entre otros periódicos de México. Recibió el Premio Nacional Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Arte (1998), y el Premio Nacional de Poesía Pancho Nácar (2000) así como Mención de Honor del Ministerio de Cultura del Uruguay y de la Intendencia de Montevideo por su libro Los animales furiosos. Fue becario del FONCA en varias ocasiones. Actualmente es profesor de Literatura y Arte y dirige Zona Uno, Seminario Permanente de Apreciación Poética en la Casa Refugio Citlaltépetl.
Mantiene el blog: http://zonaunopoesia.blogspot.com
Víctor Sosa escribe una poesía surrealista, onírica con tintes culturalistas. Algo que no demasiada gente hace en Europa y por ello más que recomendable para conocer lo que se está escribiendo al otro lado del Atlántico.
Os invito a acudir a cualquiera de sus actos.
Os dejo uno de sus textos en prosa para que vayáis disfrutando de su Literatura con antelación a su llegada. Os espero.
Cautiverio
Cuarenta años cautiva. A los ocho la sedujo –cuando salía del colegio salesiano para ir a la clase de ballet— engatusándola con unos adulterados cacahuates. El azafrán del celofán la adormeció hasta la caída de Bizancio. Fue fácil llevarla al refugio antiaéreo de donde no salió sino septuagenaria y con catarro. El energúmeno vienés –narcotizado a causa del Ulises— dejó abierta la tapa del piano y la niña se deslizó entre las cicatrices de los obuses hasta las exuberantes margaritas. Un tractorista la acercó al Burger King donde la recibieron con hurras, como a una cosmonauta. Se llamaba Popova, aunque el vienés la había apodado Circe. Nunca le tocó un pelo, pero la miraba peinarse (iterativo el bucle) hasta altas horas de la madrugada. La pintaba en escorzo y hacía que se paseara vestida de tehuana por los riesgosos riscos del Peñón1. Ella se fue acostumbrando al jalón de la soga, al chip en las intercostales, a los cacahuates desde el palco. Gracias al cautiverio mantuvo la piel tersa y dientes firmes hasta más allá de menopausia. Y ni varicela y ni una várice en sus bien torneados tobillos setentones. El mentón, eslavo; la nariz, prolongada y polaca; intacto el rojo himen de andaluza descalza. Le pidieron que declarara, pero no declaró. Nada dijo a favor, pero ni pío en contra. Cuando electrocutaron al vienés (resistió, el tan bestia, dos descargas) se la veía ecuánime, impertérrita; ni totalmente satisfecha ni, mucho menos, exultante. Parecía budista, aunque, inclinaciones religiosas, no tenía (su padre de Boston era ingeniero cuántico). El Nobel de la Paz no la inmutó y la entrevista en Vanity Fair (ella dijo a todo que sí con la cabeza) parece que tampoco. Ni deficiente coeficiente ni taras por encierro. Tenía presión normal (120/80) y unas deposiciones ambarinas con esa solidez de estalagmitas que, si alguien se acercaba, vibraban como címbalos. Se hizo tatuar “Circe” debajo del ombligo y maceraba en su odisea pócimas para (se la oyó mascullar) algún Ulises2. Cuando dejó de ser noticia (segundos después de muerto Michael Jackson) se escabulló hacia Alaska (hablan también de Patagonia) consagrándose por entero a la puericultura, a la herbolaria. Pobre pero decente, desde allá funda ejemplo. Por marcado destino retraída, cultivada en la paz de sus misterios, se dice que en la aurora lee a Quevedo; delgadita, levita como Ono3; busca entre los glaciares los peñones y sólo ahí –soprano— es cuando canta. Ausculta en mudra el aire: santa o hada, virgen céltica o Circe bostoniana. Mas lo que nunca se dijo es el deseo, la activa –entre las piernas— salamandra, el gorgónico bucle del estupro iterativo clonándose en espejo. Por eso pócimas, Popova, para los que viven, y otras –más letales aún— para los muertos.
2 comentarios:
Genial Javi, gracias por dedicarnos parte de tu tiempo a descubrir autores nuevos, que nos renuevan el espirítu y la conciencia.
Impresionante "Cautiverio".
No dudes que si el siempre inoportuno"si puedo"..Iré a la tertulia a conocerlo.
Un abrazo fuerte
FELI. Espero que te llegue.
Gracias a ti Feli por tu interés en descubrirlos conmigo. Un beso
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