domingo, 30 de diciembre de 2007

Un haiku de Javier Díaz Gil para acabar 2007


Triste diciembre

Triste diciembre.
Multiplica la muerte
el desconsuelo.

© Javier Díaz Gil
Diciembre 2007

sábado, 29 de diciembre de 2007

Silvio Rodríguez: Óleo de mujer con sombrero. Los amores cobardes

Óleo de mujer con sombrero

Silvio Rodríguez nació en 1946. Cuando compuso esta canción en 1970, tenía 24 años. Esta canción, una de las más conocidas de Silvio, es un canto de superación de un amor no alcanzado. Un canción de lucha entre la pasión y la razón.
Tal vez sea autobiográfico este amor en la edad en la que uno empieza a vivir los amores más apasionados e imposibles.
Leyendo la letra detenidamente entendemos que el amor es el protagonista de la canción. Es un amor profundo, intenso que hace llorar a Silvio, que le hace llorar porque es un amor que no fructifica. La mujer de la que se enamora (y que con seguridad también le ama a él) huye de él, es la cobardía la que se impone, la cobardía para romper quizá las barreras sociales (¿de ahí una "mujer con sombrero"?), para romper otra relación, quién sabe...
Esa mujer a la que canta Silvio desde la pérdida: "se ha perdido conocer el delirio y el polvo, se ha perdido esta bella locura, su breve cintura debajo de mí. Se ha perdido mi forma de amar..."
Y entonces sólo existe el sufrimiento hasta que la razón se impone a la pasión.
El amor, que debería imponerse a todo, no vence.
Por eso Silvio, en una de sus estrofas más bellas, nos dice que la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan
a amores ni a historias, se quedan allí:
ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.

En ese momento, en el que se impone la razón, cambia el llanto, "pero entonces lloraba por mí, y ahora lloro por verla morir". Llora por ella, por la cobardía y el miedo de ella:

Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo
y yo, que no soy bueno, me puse a llorar.

¿Y por qué Silvio hace referencia a Chagall? La pintura de Marc Chagall (1887 -1985) se caracteriza por lo onírico. Los personajes que habitan sus cuadros están teñidos de un halo poético, surreal. Quizá de ahí la comparación: "una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo Chagall". Una mujer que sólo habita en los sueños, pura poesía.

Me apetecía añadir esta canción a las que ya he ido comentando en este blog bajo la etiqueta "Todo está en Silvio". Una canción que nos enseña que los amores cobardes no triunfan.

Os dejo aquí la letra de la canción y un vídeo en el que Silvio la interpreta en Chile en 1990.

Una mujer con sombrero (1970)

Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo.
Se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar,
se ha perdido mi huella en su mar.

Veo una luz que vacila
y promete dejarnos a oscuras.
Veo un perro ladrando a la luna
con otra figura que recuerda a mí.
Veo más, veo que no me halló.
Veo más, veo que se perdió.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan
a amores ni a historias, se quedan allí:
ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.

Una mujer innombrable
huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas,
blasfemo una nota y apago el reloj.
Que me tenga cuidado el amor,
que le puedo cantar su canción.

Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo
y yo, que no soy bueno, me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.

Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Aforismos: Las manos

Las manos


Dos aforismos:


- Las manos tienen memoria.

- La mano que tiembla esconde una palabra.


© Javier Díaz Gil
Diciembre 2007

domingo, 2 de diciembre de 2007

Un poema de Javier Díaz Gil para empezar Diciembre 2007


EL FRANCOTIRADOR (II)

Pasaron semanas
antes de que el francotirador
regresara a su oficio,
limpiara el rifle y lo montara,
antes de que en su punto de mira
buscara de nuevo el corazón.

No pudo ser más certero.




© Javier Díaz Gil
Noviembre 2007

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Nota:
Podéis leer en este blog el primer poema "El francotirador" en este enlace:

http://javierdiazgil.blogspot.com/2007/08/un-poema-de-javier-daz-gil-para-empezar.html