LUZ
Fue duro el camino.
Atrás quedará el invierno
y su sombra.
Saber que al otro lado
nos espera la luz,
la luz
más pura.
Javier Díaz Gil
diciembre 2020
LUZ
Fue duro el camino.
Atrás quedará el invierno
y su sombra.
Saber que al otro lado
nos espera la luz,
la luz
más pura.
Javier Díaz Gil
diciembre 2020
DENTRO
“El silencio se te queda dentro”, me dices,
y se te quiebra la voz
como si unas manos diminutas
estrangularan la orilla de los ríos.
El silencio de las paredes y los cuerpos
que viste con tus ojos asombrados.
Silencio de madres doloridas.
Saber después que fue imposible despedirse,
que el imposible abrazo era
la más cruel mordedura,
la que no deja huella y tiene
sangre en las pupilas aún abiertas.
Cómo sobrevivir a la intemperie,
cómo reconocer el camino de vuelta.
Llenar de palabras el silencio
hasta matarlo.
Recordar
para que nadie olvide.
Javier Díaz Gil
26 de noviembre de 2020
Amigos, este viernes 13 de noviembre de 2020 será la presentación oficial del poemario 'Sillas invisibles' (Ed. Los libros del Mississippi, 2020) de Juan Calderon Matador, a las 18.00h.
Será en el Espacio Huerga y Fierro (c/ Sebastián Herrera, 9 MADRID).
Intervendremos Antonio Benicio Huerga (editor) y yo mismo, Javier Díaz Gil que he tenido la fortuna de escribir el prólogo de este estupendo poemario, además estará también, por supuesto, el autor de la obra.
Siguiendo lo dispuesto en el BOCM se aplicarán las medidas de seguridad necesarias para garantizar la salud y el bienestar de todos los asistentes.
Entrada Libre Hasta Completar el Aforo Limitado (se ruega confirmación). ¡Os esperamos!
A VECES
A veces, un par de versos
salvan un poema.
Igual que te salva la vida
una mirada a tiempo,
una sonrisa,
el mar.
El minuto de silencio
que sucede a la tormenta,
su horizonte.
Una mínima nuble blanca
sobre el azul del cielo,
el compás dulce de la ola.
Pero todo pasa.
Javier Díaz Gil
28 de septiembre de 2020
POEMA DEL VIERNES
JUAN CALDERÓN MATADOR, Alburquerque (Badajoz), 1952, reside en Madrid desde 1975. Su vida laboral ha transcurrido en la banca privada, con incursiones en teatro, televisión y radio. Dirigió la galería de arte Albaquercus. Escribe poesía, narrativa y teatro.
Entre sus numerosas publicaciones poéticas citaremos: Camino ancho, paso desolado, Eco de niño para voz de hombre, El destino nos ata y nos desata, Sirenas de pecho herido. En narrativa, La noche que murió Paca la Tuerta, Veinte historias amables más un garbanzo negro y El cuentista bajo la encina blanca. De su obra dirigida al público infantil reseñamos ¡Viva Gloria Fuertes!, Las cerezas de Pascualino y La bordadora del faro.
Ha estrenado cinco textos teatrales. Ha compuesto 300 canciones, algunas grabadas en discos y cd. En 2010 fue candidato a representar a España en Eurovisión. Entre sus premios cuenta con la Mejor letra festival de la canción escurialense, Mejor letra de la Parodia Nacional, de Antena3, Juegos Florales de Montijo, Premio de poesía Villa de Cardeñoso, XVIII Concurso de Poesía Villa del Escorial, María Fuentetaja, Certamen Gritos en Verso, de ASEAPO, Premio de Microrrelatos del periódico GENTE, Premio Librería Ulises, Benidorm. Durante varios años, Ediciones Cardeñoso convocó un certamen de poemarios con su nombre.
LAS SILLAS INVISIBLES Y LA MEMORIA
“El tiempo / se ha sentado en las sillas invisibles” dice Juan Calderón en uno de los poemas de este nuevo libro. Son las sillas invisibles las que conforman y confirman nuestra memoria. La silla es el símbolo de todo lo que el poeta ha querido reunir en estas páginas ante la mirada emocionada de sus lectores, a los que invita también a sentarse a esta mesa de la que forman parte la nostalgia del tiempo pasado y el territorio siempre cercano de la infancia, los recuerdos que quedan indelebles en nosotros y los viajes que nos marcaron y, muy especialmente, las ausencias de los amigos que tanto nos enseñaron y a los que debemos recordar y rendir cuentas.
Lugares y personas que son nuestra vida y son nosotros mismos. Sin esas sillas invisibles no podríamos entender quiénes somos.
La madurez poética de Juan Calderón es la clave para interpretar estos poemas. Es este libro una declaración definitiva de certezas, momento de hacer recuento, de afirmar abiertamente -con las citas de Neruda y García Márquez que abren el libro- que sólo el amor nos salvará de esta vida y lo terrible que es conjugar el corazón con el olvido.
Estructurado en cuatro partes, el poeta en la primera de ellas observa la vida mientras llega la barca. Vivir, Juan Calderón lo sabe, es ser testigo de lo que acontece y es ir creando los recuerdos que nos acompañarán en el futuro. Calderón además de poeta es autor de teatro y narrativa -su última publicación fue el libro de relatos El cuentista bajo la encina blanca – Antología (1968-2018)-, y también compositor, pintor… Sus múltiples facetas creativas recalan con acierto en estos poemas de Sillas invisibles. Así, en un tono narrativo aparecerán en este primer bloque historias de dragones y ángeles caídos, recuerdos de infancia (ese magnífico niño de secano como un Cristo clavado en las cruces del tedio), el erotismo que destila por ejemplo en el poema Muchacha en flor (los peces de sus dedos / recorrieron el largo de sus muslos), el compromiso con el sufrimiento… Y se sirve de símbolos como el del agua para que sus poemas nos transmitan naufragios a veces, otras, la calma de la contemplación (“hay dolor en los ríos”, “un agua tan cansada / que perdió la costumbre de correr”), cerrando con un poema magnífico de declaración de amistad y otro reflexivo en la que el misterio y el dolor desembocan en la búsqueda de la paz interior.
Esa paz interior es el puente hacia la siguiente sección, A los que alcanzaron la otra orilla. doce poemas que son a un tiempo, retratos y elegías a los amigos que se fueron y a los poetas y artistas admirados. Los maestros a los que rinde tributo. Aleixandre, Mallarmé, Cecilia, Frida Khalo, Juan Ruiz de Torres, Francisco Fenoy… A los que seguir preguntando. “…que me ha de entender / y darme las respuestas que preciso”, declara en el poema dedicado a Aleixandre: el amor, lo prohibido como temas de fondo. Si en el anterior bloque se valió de lo narrativo, introduce aquí en el poema a Jacque Canales un formato de diálogo teatral para potenciar aún más este juego de preguntas y búsqueda de respuestas al que me referí antes.
Diez poemas conforman la tercera parte, Lugares y maletas. Diez poemas que son memoria de lugares que marcaron al poeta. Es aquí donde Juan Calderón alcanza un tono más lírico, nos da la mano para llevarnos al Alburquerque de su infancia o a las calles de Madrid y de nuevo al símbolo del agua y el mar como contemplación: el paisaje mediterráneo de Guardamar, la ciudad de Cádiz… Detener el instante, fijarlo en la memoria, compartirlo. Elevar la imagen y conmovernos con “un llanto de humo”, “el aliento de seres invisibles”, un “golpear / con furia de pezuñas”… O con esa “palmera abierta” de Cádiz, “que al destello del sol / se vuelve fuego de artificio”. Hasta alcanzar en el poema al Valle del Jerte un hermoso canto a la belleza que no puedo dejar de destacar.El dolor es quien protagoniza la última silla invisible del libro. Con el dolor a cuestas, titula el poeta esta parte final. El dolor es el que nos hace conscientes de la vida. El dolor que nos hace más fuertes y comprometidos con el que sufre. Poeta comprometido con el débil, altavoz de los que no tienen voz para mostrar la injusticia. El dolor pequeño, anecdótico (si es que hay dolores pequeños) de un bolso robado y el dolor enorme por las guerras, por el África explotada y empujada a emigrar se muestran como igual cicatriz en la mirada y el alma del poeta.
Pero hay voluntad reivindicativa y de rebelión y hay ánimo de esperanza. El dolor que se denuncia para crear conciencia. Se puede salvar el mundo escribiendo un poema, estoy convencido, si el poema es capaz de conmover e implicar al lector.
La madurez poética de Juan Calderón está en este libro en su estructura pero también en su forma, en el empleo cuidadoso de la silva libre impar, ese ritmo musical de los versos impares: los heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos… el uso acertado de las anáforas y las imágenes que nos van llevando como el agua querida del poeta, poema a poema, hasta esta mesa de sillas invisibles, dispuestas, donde el lector será bienvenido para que también pueda ser memoria y presente, esperanza y dolor y también compromiso.
Y contemplar, al fin, junto al poeta, la belleza: “…más arriba los robles, luego el cielo / y ese anhelo de alas / para sobrevolar tanta belleza”.Toma pues, lector, la silla que te ofrece el poeta y comparte con él este nuevo libro.Javier Díaz Gilfebrero de 2020