Presentación “El paisaje del héroe” de Luis Mª Gil Espinosa
María Pandora, 8 de octubre de 2021 19.00 horas. Madrid
“El paisaje del héroe” es el tercer poemario publicado de Luis María Gil Espinosa. Un libro que quiere ser voz libre para reivindicar la tarea más alta del ser humano y por ende la del poeta, la tarea del héroe que lucha por un “ideal épico casi nunca alcanzado” como cita el autor en el prólogo del libro.
Luis María Gil Espinosa, aunque de profesión ajena a las letras ha compartido la pasión por la escritura con la pasión por las artes marciales. Este último aspecto lo retrata perfectamente en uno de los poemas de este libro, “El acero y la luna”, la recreación certera del guerrero samurái, su mundo y su honor.
Tiene editados dos poemarios, “Celeste y sombra” y” Conjura de la noche”. El tema recurrente de la sombra y la noche que se repite en la segunda parte de este libro dedicada al amor y al deseo. En el campo de la narrativa ha publicado “Un juego peligroso”. Sus poemas han aparecido en diferentes revistas y antologías.
Ha pertenecido al grupo de Poesía del Círculo de Bellas Artes y a la Asociación “Versos pintados” del café Gijón. Actualmente está vinculado al Aula Literaria del Ateneo de Madrid, a la Tertulia Literaria Rascamán, al Departamento de Arte y Cultura de la Asociación Isegoria y colabora también con el Club de Amigos de la Unesco.
Pero volvamos a su libro.
No es casual que la portada de “El paisaje del héroe” la presida la luminosa figura destacada sobre el fondo negro de Aquiles. Aquiles es uno de los principales protagonistas del ciclo troyano. De todos los héroes de Troya, Aquiles es el mejor guerrero, el que reúne con un equilibrio más preciso la fuerza, la velocidad y la inteligencia.
Es paradigma del héroe mítico que reivindica Gil Espinosa en su libro.
Dividido en tres partes: El paisaje del héroe, La certeza del deseo y Libertad espuria, traza el poeta en este libro un itinerario que nos lleva de fuera hacia adentro y la voz lírica de Gil Espinosa se transforma desde el paisaje exterior de las voces heroicas y modélicas de la primera parte en la que nos muestra el camino que persigue el héroe, -el ejemplo de lucha que no debemos olvidar- al interior del sentimiento más íntimo de la segunda parte, el amor y la pasión que nos construyen también, hasta cerrar este recorrido poético en la tercera parte con la voz del poeta, voz interior de nuevo que se proyecta hacia fuera y se alza con una proclama final dirigida al lector y a la sociedad de búsqueda de conciencia, de búsqueda de la libertad.
Es la verdad lo que manifiesta el poeta en cada uno de los bloques del libro, la verdad.
Y la verdad se presenta desde el ejemplo, el del hombre primitivo del poema que abre el libro cuyo fin es la caza, la disputa del alimento, sobrevivir. Y lo hace con una potencia léxica, un dominio de los adjetivos y el vocabulario que el poeta despliega en cada poema: las rocas córneas, los árboles ciclópeos… y está ya en este primero el designio del héroe: regresar a veces con las manos vacías. La poesía épica, casi hímnica, define esta primera parte con el uso reiterado de ecfonemas o exclamaciones, ese ¡oh! que contribuye a comunicar una emoción intensa o una alabanza.
Contémplate, oh, señor
dice en Invocación, el segundo poema, dedicado a un rey destronado por los mercaderes.
Hay en esta primera parte presencia mítica, Sísifo, Ulises, Zeus… los reyes destronados. Troya en el poema “La maldición de Príamo”: Helena, Paris, Menelao…
El tono épico, la epopeya, que se desborda en los dos poemas dedicados a la odisea de los diez mil:
Qué alto precio pagáis
a cambio de la gloria!
…
Dejad dormir
a los que pronto emprenderán
el sueño eterno
entre el suave crepitar
de las hogueras.
Egipto y la epopeya de Kadesh es otro ejemplo claro.
Y en la delicadeza del gladiador que debe matar incluso al amigo (un poema en primera persona):
Acorté su agonía
hundiendo mi daga en su garganta…
Las descripciones de batallas y la lucha pueblan este bloque: los conquistadores de América, la cuidada descripción del mundo nipón, el guerrero samurái, poema, “El acero y la luna”, que espero que nos lea, o el de la reivindicación de Blas de Lezo “el hombre que humilló a un Rey y salvó un Reino” como dice el poeta en uno de los versos…
Cierra este paisaje del héroe con un poema de muerte y cuchillo de aire lorquiano “tres jirones abiertos sus heridas” y con el ciclo de dos poemas del ángel caído. La luz frente a la tiniebla, el demonio como parte de estos héroes que no alcanzan su destino. Un primer poema en segunda persona y el segundo en primera, donde habla Luzbel y me recuerda en la sucesión de versos a cómo Homero define a los héroes en la Ilíada y en la Odisea:
Luzbel…
el predilecto de Yahvé,
el siervo de su gracia,
el ungido de su celeste reino,
el penitente de su voluntad….
Así hasta diez formas de definir cadenciosamente a Luzbel. Otro poema imprescindible que espero podamos escuchar esta tarde.
Así, como decía, la voz poética se vuelve íntima en la segunda parte, “La certeza del deseo”, trece poemas que cantan al sueño y a la noche, al deseo, a lo perdido a veces, a lo hallado.
La exuberancia de nuevo en el lenguaje que ya apunta, y no es casualidad que lo sea, en el primer poema de este bloque “Fuego esmeralda”. Y la presencia de hermosas imágenes “la soledad / es ala de paloma perseguida”.
La presencia de la noche, cómplice del amor y la pasión puebla estos poemas:
“La noche es cruel con el hombre” dice en un poema y en otro afirma “Pero ¿quién de nosotros / podría condenarla?”.
Y en este escenario el poeta lucha contra la melancolía “malogrado lugar donde habitaste / demasiadas horas” y recrea la pasión en esa metáfora que es el poema “Gacela azul” y concluye en “El amor” que el espíritu y la materia no son opuestos sino complementarios.
Y nos encontraremos con un poema central “Invierno” que considero eje de esta segunda parte: el paso del tiempo frente a la certeza del amor que nos ilumina. Qué buen principio el de este poema:
Aceptemos que el invierno existe
como existen el viento y las mareas…
Y hallaremos para cerrar la sección una elegía “A Miguel (in memoriam)”, la amistad como forma clara también de amor.
Ahora ya lo sabes: ni el aire, ni el mar
ni tu recuerdo van a morir mañana.
Gil Espinosa completa el itinerario que anuncié al principio con “Libertad espuria”, esa libertad falsa que nos venden y a las que nos hemos acostumbrado, en silencio, mansos, adocenados. El poeta toma partido y levanta su voz frente a los privilegios de quienes detentan el poder y pretenden hacernos cómplices de sus infamias.
Está aquí la actitud del héroe clásico: la lucha de un ideal, aunque a veces no se alcance el éxito. Pero la necesidad, siempre, de ser libre y blandir la verdad.
Y tampoco es casual que el primer poema de esta sección sea “El librepensador” que me atrevería a definir como un autorretrato del poeta: “Un hombre libre es siempre fiel / a sus ideas”. “Pensar con libertad es duro, / casi heroico”.
Así el poema se convierte para el poeta en este final del libro en terreno de libertad y pensamiento.
El hombre libre frente al poder manipulador, frente a la religión que nos controla, frente al silencio cómplice, frente a la tecnología que nos esclaviza.
Y en esta voz del poeta que se alza, Gil Espinosa se acompaña del pensamiento y versos de otros poetas que adivinamos en sus poemas. Ese “Me duele esta tierra” que nos trae a Unamuno, el recuerdo de Quevedo en “Baldíos linajes”: “Otrora se poblaron los muros / de la patria / de rampantes blasones” y la presencia de “El mañana efímero” machadiano en el poema que cierra el libro con esperanza que desea “una España mejor… como siempre la quiso / aquel sabio poeta / del vano ayer y del mañana huero”.
Un libro meditado, un libro con una precisión formal en el uso de la métrica, de las figuras literarias: aliteraciones, metáforas, paralelismos… una riqueza de vocabulario que como lector agradecemos en un tiempo de poesía espuria también.
No debo desvelar más de este libro porque nos queda escuchar la voz vibrante del poeta y sus versos.
Dejaos envolver por las imágenes, los sonidos de la batalla, las palabras que se alzan para decir la verdad y despertar.
Imaginemos, por qué no, a Aquiles a nuestro lado, y seamos también héroes esta tarde.
Javier Díaz Gil
7 de octubre de 2021