(Javier Díaz Gil, Marisa Calvo y Carlos Doñamayor) |
Carlos Doñamayor en la Tertulia "Rafael Montesinos"
Ayer se celebró en el ámbito de la Tertulia "Rafael Montesinos" de Madrid la lectura del poeta Carlos Doñamayor, al que tuve la fortuna de presentar compartiendo mesa junto a la Directora de la Tertulia, Marisa Calvo.
Fue una tarde hermosa de poesía.
Comparto con vosotros aquí el texto de mi presentación y al final de esta entrada encontraréis fotos y vídeos del acto.
Gracias a todos los amigos que compartisteis encuentro con nosotros y a Carlos Doñamayor y a la Tertulia Montesinos por contar conmigo para su presentación.
Presentación
Carlos Doñamayor
Tertulia
“Rafael Montesinos”
3
de diciembre de 2019. 20.00 horas
Cuando recuerdo el final de los míos
y desdibujo,
con
aprendido oficio,
cómo el insaciable roer del deterioro
deshizo con secreta y artera eficacia
su mirada,
su mente,
su cuerpo,
me pregunto,
con todo el dolor y todo el miedo,
¿qué humillaciones,
vida,
para mí has reservado?
(de “Hasta que el tiempo
vuelva”)
****
Cómo cantar,
cómo decir,
cómo hablar
en
soledad,
en esta caravana de rituales de silencios
sembrados por la muerte.
(de “Cicatrices de
silencio”)
El lector de poesía busca que
el poeta le conmueva y le muestre, como en un espejo, lo que el propio lector
ya estaba sintiendo antes de leer el poema. Estos dos poemas que he leído para
empezar mi presentación pertenecen a Carlos Doñamayor y son buen ejemplo del
pensamiento lírico y de la comunión que experimentamos con sus palabras.
Carlos Doñamayor, madrileño de
1952, es un poeta eminentemente reflexivo. Su faceta profesional, la medicina,
sus años de formación y oficio, han influido de forma determinante en su
poesía. Saben los que le conocen de su celo por separar la vida profesional de
la poética. De ahí que sus tres primeros poemarios publicados entre 1994 y 2000
aparecieran bajo seudónimo. El amor y el existencialismo eran ya sus
preocupaciones. Con su nombre y ya tardíamente, desde 2017, ha publicado en
tres años sucesivos cuatro libros “El eco
trascendido”, “Hasta que el tiempo vuelva”, “Cicatrices de silencio” y “Al
trasluz del deseo”. Este último recoge poesía amorosa escrita a lo largo de
los años. Pero los tres anteriores marcan su poética que yo llamaría transversal:
la reflexión y el existencialismo.
Afirma Carlos Doñamayor que su
vinculación con lo germano jalona su vida desde niño. Su formación en lo
profesional e intelectual lo demuestran. De joven ya estaba leyendo a Novalis y a los demás autores del romanticismo
alemán. El joven poeta encontró, como le ocurrió a Hölderlin, la necesidad de cantar el sentido
trágico de la existencia y un deseo de reconocerse a través de la palabra en un
mundo de angustia y dolor.
El dolor y
la angustia que todos reconocemos en nuestra vida personal pero que Carlos
Doñamayor vive de cerca también en el ejercicio diario de la medicina.
Como los
románticos alemanes, Doñamayor siente que la realidad no satisface sus
anhelos e ideales, lo que lo lleva a esa sensación de hondo desengaño y a la
necesidad de rebelarse contra lo establecido. Recogerá de forma natural del Romanticismo
valores como la introspección, la nostalgia y la melancolía.
Ese desengaño,
ese extrañamiento lo demuestra ya en el primer poema con que abre su libro “Hasta que el tiempo vuelva”:
Estar aquí y ahora
causa extrañeza.
Extraño es
el mundo
que nos contiene.
Lo importante es soñar
y salmodiar la mañana.
Poeta nihilista en la creencia
última de que la vida no tiene sentido.
No es la duda,
es la certeza de la nihilidad (…)
¿Qué hacer entonces? ¿A qué
aferrarse? Doñamayor sitúa el amor y la palabra como espacios en los que
refugiarse:
Sólo es eso,
amar la propia vida
y la de otro cuerpo efímero,
y deshacerse después,
como las hojas que se pudren cada otoño.
——
Escribir,
(…)
Hálito de voz
que alcanza la inmortalidad
cuando deja de ser tuya.
——
(…)
escribirás…
para robarle la voz a la muerte.
La memoria para sobrevivir a
la muerte:
(…)
penetré en el único acorde de la vida:
no me olvides,
nunca.
Pero ese nihilismo, la parte
racional tan poderosa, llega a poner en duda el sentido y la permanencia de la
palabra:
El poema es sólo palabras.
(…)
No perdura:
muere con el tiempo.
Pero a pesar de todo, se
aferra a ella porque encierra la única certeza de saberse vivo:
(…) palabra:
ella encierra
el confín del sueño y su misterio,
la esencia de la vida,
y la única certeza de saberme vivo.
Carlos Doñamayor reflexiona
sobre la vida y la muerte, el tiempo y la palabra. Pero junto a esa mirada
metafísica es en esencia también un poeta simbolista: la luz frente la noche,
el frío y la niebla, la Luna y quizá el más importante de todos sus símbolos:
el silencio.
Dice Carlos Doñamayor que “Siempre he
aceptado, desde una perspectiva filosófica enraizada en mí (…), que el silencio
representa y constituye una forma de perfección (…). No hay nada que supere su
inmensidad.”
En “Cicatrices de silencio” Doñamayor reflexiona sobre el silencio
abstracto y el real, el que irrumpe inesperadamente en tu vida.
Lo metafísico y lo cotidiano se
dan la mano de nuevo.
No hay silencio
que no salpique la vida
como un perverso expolio.
Y nos afirmará el poeta con rotundidad
que la ocupación del silencio es permanente, la de la muerte, transitoria. Y
con esta base reflexiona en una profunda gradación: el silencio como
aprendizaje, el silencio-dolor, el silencio-muerte, el silencio-silencio.
en el silencio sólo hay silencio
Y podríamos seguir desgranando su poética y
hablar también del poeta creacionista, que inventa las palabras que necesita:
malcicatriza, ahorma, anublar, bajovivir, entremuriendo… El que juega con el
oxímoron: silencio resonando, brama el silencio, vacío lleno de presencias…
Sin dejar de nombrar el
cuidado que pone en el ritmo del poema, en las imágenes, en la disposición
visual de los versos.
Pero también, y quiero
destacarlo, está el poeta que escribe directamente en alemán, prueba de ello,
los magníficos poemas finales de Cicatrices
de silencio. No me resisto a hacerle esta petición: que nos lea alguno de
esos poemas en alemán.
Carlos Doñamayor es más que un
poeta metafísico, un poeta herido de nihilismo. Carlos Doñamayor es un poeta
reflexivo en el que reconocernos.
Demos ya la palabra al poeta y
pongamos en práctica nosotros, asintiendo, lo que propone certeramente en uno
de sus versos:
Callar es oír con la mirada.
Escuchemos a Carlos Doñamayor.
Javier
Díaz Gil
1
de diciembre de 2019
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Os dejo a continuación algunos vídeos y fotos del encuentro (las fotos y vídeos son gentileza de Adoración Rosado y Piluca Martínez de Velasco, muchas gracias a las dos):
Un momento del principio de la lectura de mi presentación:
Y dos fragmentos de la lectura de poemas de Carlos Doñamayor:
Y algunas imágenes de la sesión:
Javier Díaz Gil, Marisa Calvo y Carlos Doñamayor |
Joselyn Almeida, Acacia Domínguez Uceta, Aureliano Cañadas, Carlos Doñamayor, José María Herranz, Lourdes y Javier Díaz Gil |
José María Garrido, Joselyn Almeida, Aureliano Cañadas, Carlos Doñamayor, José María Herranz, Lourdes y Javier Díaz Gil |
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