María Antonia Copado junto a Javier Díaz Gil
Fallece María Antonia Copado, poeta de la Tertulia Rascamán
Es triste siempre el fallecimiento de un amigo, triste es el fallecimiento de nuestra compañera, poeta de la Tertulia Rascamán. Pero en este caso aún es más triste haber sabido hace pocos días de la muerte de María Antonia Copado Sánchez-Pinedo porque ocurrió en enero de este año 2019.
Su familia impedía el contacto con sus compañeros poetas, alejándola en su enfermedad de su querido ambiente literario. Y no teníamos apenas noticias de ella sino a través de terceros. Triste final.
María Antonia Copado formó parte de la Tertulia Rascamán, acudiendo puntual cada semana, durante muchos años. Su presencia, su punto de vista siempre atrevido, sus poemas valientes, su mirada vanguardista aportaba frescura y calor a la Tertulia.
He dicho en otras entrada en mi blog que era una poeta valiente. Lo dije cuando tuve ocasión de presentarla en 2012 y 2015 con sus dos últimos poemarios "La mujer de la lluvia" y "Cuerpo inerte" publicados por Poeta de Cabra en los que colaboré preparando la selección y edición de los textos.
Y lo reitero.
Poeta valiente por tratar temas tan poco visitados entonces como en su poemario "La mujer de la lluvia": el amor homosexual en la madurez. Valiente por querer publicar y enfrentarse a su entorno más cercano, valiente por mostrarnos que la poesía era su forma de vida, su manera de compartir.
Es triste la ausencia. Pero el ejemplo de su vida y su lucha (también física, asumiendo y viviendo primero una discapacidad visual severa sobrevenida) nos acompaña, nos ha dejado huella.
En 2014, coincidiendo con los 10 años de la Tertulia publicamos con Poeta de Cabra una antología que recogía la obra de 42 autores de la Tertulia Rascamán. Le pedí que me escribiera una reseña biográfica y ella, discreta, me envió esta tan sencilla:
Escritora y exfuncionaria por una discapacidad sobrevenida.
Tiene dos libros editados Mi tercer hijo y La mujer de la lluvia y uno más, Cuerpo inerte, de próxima publicación. Ha presentados sus libros en varias salas de Madrid y en otras capitales, como Granada y Guadalajara.
Acude semanalmente a la Tertulia Rascamán.
En versos de un poema suyo se define esta autora:
“Poeta ambiciosa,
rica en registros distintos y mejorados,
fluidez en el lenguaje.
Deseosa de gloria.
(…)
Amigos que abrigan mi soledad
y soledad compartida con amigos”.
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María Antonia Copado abriga ahora nuestra soledad .
Te recordamos, poeta.
Os anuncio que celebraremos un homenaje en su memoria el próximo 10 de junio de 2019 a las 19.00 horas en la Librería Bar María Pandora. Plaza Gabriel Miró, 1. Me gustaría contar con vuestra presencia.
Quiero mencionar el cariñoso recuerdo de su obra y su vida que el poeta José María Herranz ha publicado recientemente en la revista digital El último hombre, recordando a María Antonia Copado. Pinchad aquí para acceder al contenido. No dejéis de leerlo.
El mejor homenaje ahora es regresar a su poesía.
Quiero de nuevo, compartir mis palabras de presentación de su último libro, Cuerpo inerte, que sirvieron de prólogo. Os dejo aquí el enlace a la entrada que le dediqué en mi blog.
Y, por supuesto, leamos su poesía. María Antonia estará ya con nosotros en sus versos.
Os dejo aquí los poemas que incluimos en la Antología de la Tertulia.
Que la tierra te sea leve, amiga.
PARA
MÍ, TU LLUVIA
Tarde plomiza de verano. Abrí con avaricia las ventanas de mi fuego interior. ¿Por qué tanta soledad me anega? Mi cuerpo anhelante. La luz se tornó estaño. Una masa incorpórea, viva, se tendió dócil a mi lado. Su frescor resbalaba por mis senos. Gota a gota me sentí colmada. Beso a beso me supe completa. Para mí, mujer de lluvia, ente deseado. Quédate en el pliegue de mi vientre. Satisface mi penuria con tu plenitud. Gocemos. Te brindo el rincón de mi lujuria. Mañana tu manto sutil libará el fruto y te diré ven pronto que ya te extraño. Los accesos abiertos, el fragor implacable.
Cuerpo divino, mujer de lluvia.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
TE
DESEO
Tus dedos impacientes bajo las sábanas buscan ansiosos mi pecho hambriento. Gira con lentitud el cuerpo adormecido, ardo en tu húmeda boca. Tu lengua errática deambula por mi piel, bebe el último suspiro que late en mi sangre.
Mi boca en tu boca, tu cuerpo vehemente
pulsando el placer, cuerpos revueltos entre las sábanas. Enajenados, estallan
en gloriosos alaridos de locura.
Te deseo, quiero de ti hasta la última brizna.
Que tu germen sea para mí el postrer alimento. Que no encuentre sosiego si no
tengo tu cuerpo.
Colmaré con delirio
mi copa con tu savia.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
CUBIERTA
POR TI
Llueve. Desde tu reflejo deslumbrante siento cómo tu manto abraza mi avidez y me cubre. Te percibo toda tibia en el sabor de mi lengua. Te muestro, humedad ansiada, mi desnudez. Pleno en gotas, únicamente tu cuerpo me satisface. Abismal es el vacío cuando de lejos dices “con una chispa tuya encendería mi fuego”. Te anhelo en mi rincón de amarga soledad.
Mas nunca satisfago
el ardor que me atormenta.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
CALDO
VIVO
Yo soy tú.
Mujer distinta, mujer de mi principio. Resbala
tu savia por mi pubis utópico y me siento más tú que la quimera que late. Me
desbordo y de tu manto absorbo el néctar que se esparce por mi vientre ahíto en
nieblas.
Ella, mujer pagana, pertinaz me goza. Soy aluvión
de llanto y de ceniza. A pesar de todo elevo tu rutilante llama. Soy
pensamiento precario, noche bruna.
Tengo miedo
del aguijón que pudre mi pecho.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
AYER
Hoy luzco pintada la nieve en los cabellos y el corazón destila impotencia y despedida. Ayer fuerza, deseo incontrolado, ayer viva. Hoy solo la tarde me acompaña con sus grises y aún no sé por qué debo irme tan aprisa. Estoy sola y nadie se acordará de mí.
Esta noche será mi último alarde... Asomar de nuevo
con las venas repletas. Apurar este último envite y gozar. Quizás mañana no se
encienda la luz en mis embozos.
Retorceré el dolor que siento en el espejo,
calzaré esa máscara que tú desconoces para absorber toda tu savia temprana,
para que pienses que lato con tu carne firme.
Me iré de madrugada con la sonrisa puesta y
colmarás de nuevo el vaso ya vacío. Tu boca llenará el hueco de la huida pero
no volveré aunque aúlle tu sangre.
Acuérdate de mí, amor,
cuando me haya marchado.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
TE
FUISTE
Ya no estás. Tu manto húmedo. Tu boca. Ya no los siento. ¿Por qué te fuiste? El, poderoso, derrama su vigor sobre mi vientre. Sobre mi rostro pinceladas de besos. Pero no hay deseo.
Ven a mí, abrigo de mi unidad. Portadora de
paz, del delirio de saberte mía. En esta noche turbia, parece que te sienta.
La luna…
Ella, no me vale.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
Y NO
ESTOY AQUÍ
Y no estoy aquí. Me fui con la memoria, me escondí en tus armarios otoñales, mecida por tus dedos clandestinos que calmaban esta constante ansiedad por lo lejano.
Y no estoy aquí. Aunque me sientas en el
pliegue de tu piel. En la mañana oscurezco y no me ves. Ya no estoy.
En los atardeceres soy ocre
y me esparzo como el polvo.
(Del libro La mujer de
la lluvia)
EL
ÁNGULO
Despierta y en el ángulo obligado,
espero a que
lo bruno me aniquile.
Lejos estoy de la piel de los que laten,
cercana a las mentes demenciadas.
No me excluyo, me excluyen a sabiendas.
Me imponen las penitencias más feroces,
modifican mi espíritu distinto
que acomodo
disfrazando la amargura de rutina.
Desatino, busco el gozo en la lengua del áspid
que vierte su ponzoña en mis entrañas.
Despierta y presa en ese ángulo,
derramo atrocidades.
Maldito Ente
(Del libro Cuerpo
inerte)
CAMINANDO
Debo seguir caminando hasta que concluya
esa obligación de antemano marcada.
Costosa y árida será la rutina del trayecto.
El empuje que tenía en esa
lejana encrucijada
fue aventura fogosa.
Si caía, levantaba de nuevo
con esa celeridad
que solo da la primera vida.
Fueron varias veces
las que rompí promesas,
destruí esperanzas,
sin más sonrojo
que el escarlata de mi boca.
Ahora soy carne hollada,
casi feliz,
pero lenta en el paso...
Escaparé
como siempre.
No tengo alternativa.
Un cuerpo inmóvil cubierto
por un lienzo blanco.
(Del libro Cuerpo
inerte)
POBRE
IMITACIÓN
Caminaba enfundando en aquel gabán
demasiado grande para él.
Apenas se le veía la cara.
Llegó a su casa temblando.
Desde el fondo se escuchaban las voces
amortiguadas de sus padres.
No quería saber nada,
no le importaban sus conversaciones.
Se apoyó cansado en la pared,
cerró los ojos.
La puerta cerrada con llave.
Estaba solo.
Un extraño escalofrío le recorrió entero.
Miró a su mesa de trabajo, imposible de
alcanzar.
Forzaron la puerta, la madre entró
con precipitación al dormitorio.
Allí esta él, huyendo…
Bajo las zapatillas de la madre
se sintió atrapado.
Gritó:
nadie le oía.
Murió reventado
por el pie de su madre.
Aquella cosa negra y minúscula.
No era nada.
Quizá tampoco nunca fue nadie.
(Del libro Cuerpo
inerte)
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