martes, 5 de abril de 2016

Texto de mi presentación "Cielo líquido" de Lola Andrés. Librería "María Pandora" (Madrid) 30/03/2016

Javier Díaz Gil y Lola Andrés


El pasado miércoles 30 de marzo de 2016 tuve la suerte de presentar en la librería "María Pandora" de Madrid, tal como anunciaba en una entrada anterior en este blog, el último poemario de la poeta valenciana Lola Andrés "Cielo líquido". 
Tal como acostumbro quiero dejaros, pasada ya la presentación, publicado en mi blog el texto de la presentación que hice. Espero que os sirva para conocer un poco más la obra de esta poeta necesaria y que os apetezca leer y disfrutar su "Cielo líquido".




PRESENTACIÓN DE “CIELO LÍQUIDO” de LOLA ANDRÉS

MARIA PANDORA 
Champañería Librería. Plaza de Gabriel Miró, 1. (Pl. de Las Vistillas), Madrid.
Miércoles, 30 de marzo de 2016, 19:00 horas

Hay poemas y libros que pasan por delante de los ojos y que inducen al lector a pasar de largo. Hay otros, que tras leer su primer verso, abrir su primera página pasarán ineludiblemente a ser parte de tu formación, de tu memoria, de tu casa.
Esto último sucede con Lola Andrés, sucede con los poemas de su último libro  publicado, “Cielo líquido”, que hoy presentamos. Leer sus primeros versos es una invitación a compartir su casa, su espacio poético:

Deforestando el signo
descubrimos la luz.

Ignorantes matices
nuestras sombras
nos crean en el tiempo
se aplastan contra el sol
escenifican
la grandeza según
la luz caiga en derrumbe
o en esquina.

“Cielo líquido” es una búsqueda de la luz, la verdadera luz. Sólo con esa luz                      -descubriendo la falsedad de las sombras que nos rodean-, y junto a esa luz llega la palabra. La palabra certera, la palabra fragmentada a veces, que nos coloca en el mundo y nos identifica.

Lola Andrés nace en Valencia en 1961. Es licenciada en Filología por la Universidad de su ciudad. Tiene publicados los libros de poemas: Moléculas y astros, (premio Gerardo Diego de la Diputación de Soria, 2002); Jocs de llum, Ed Bromera, 2006 (Premio Alfons el Magnànim “Ciutat de València” de poesía en valenciano, 2006), Materia (Primer accésit del Premio de Poesía Ciudad de las Palmas de Gran Canaria, 2007) y este Cielo líquido, Amargord 2015 y muy pronto aparecerá su próximo libro Travesía.

Poemas suyos han aparecido en revistas como “Tres en suma” o “21Veintiúnversos” y ha publicado en la colección “Ecuaciones de segundo grado”, Ed. El Torpe al Timón, junto a Eva Hiernaux (autora, por cierto, de la imagen de la portada de este libro), poemas reunidos bajo el título Pendiente del aire, Madrid 2013
Ha traducido al castellano los libros: Atlas, Ed Tàndem, de Pere Salinas y Joan Navarro y Granada, de Joan Navarro.
Colabora en la revista de poesía digital “sèrieAlfa. art i literatura”. Ha sido incluida en las antologías Ventanas, Ed Torremozas, en Mujeres en su tinta (Poetas españolas en el siglo XXI), México 2010 y Ed. A Fortiori, Bilbao, 2012. 
Ha formado parte de proyectos interdisciplinarios – poesía, música, danza y pintura. 

“¿Cómo podríamos ponernos en pie después de caer de rodillas?”, dice parte de la cita de la escritora inglesa Jeanette Winterson que encabeza el poemario. Cita fundamental que nos abre un libro pleno de símbolos con los que Lola Andrés nos lleva de la mano poema a poema. Un camino que es, como dije al principio, una búsqueda de la luz.

Como Platón, la autora nos descubre que la realidad no son sino las sombras que proyectamos en una pared, “según la luz caiga en derrumbe o en esquina”.  Descubre que no somos “ese cielo de inmensidad perdida”, el cielo líquido, pleno, el cielo-agua que da título al libro y nos libera.

El agua, la palabra, la luz se identifican entonces como única respuesta, como búsqueda de la identidad.

“Cielo líquido” se estructura en dos partes, antecedidas con un poema inicial y  cerradas por un poema epílogo.

Su verso libre y medido, escandido en silva libre impar, se vuelve claro, fluido cuando es el hallazgo de la luz o el agua, el amor o el sexo el objeto del poema. Fluido cuando la poeta se reconoce, se reinventa tras vencer la ruina, cuando es el amor, que no entiende de sexo, quien triunfa.

Poemas y versos entonces tan potentes como estos:

Si la lames, se agrietarán
las fauces
del mar de Bering

Es el poema-líquido también cuando recuerda la figura de la madre o su abuela, sus referencias.

Pero el poema se vuelve fragmentario cuando es el barro o la ciénaga, la sombra o la duda, la huida y la derrota quien lo habita.

Dice el poeta y ensayista francés Jean Claude Renard que ·el lenguaje poético tiene la propiedad (…) de presentarse simultáneamente (…) como fragmento y como discurso: fragmento cargado con una posibilidad de sentido que lo continúa, discurso cargado con suspensiones de sentido que lo rompen” (Renard, 1982: 29)

Así, en este sentido, para Lola Andrés forma y fondo se complementan. Fragmentario es el poema que habla de su compromiso social y humano: son magníficos los tres poemas que bajo el subtítulo de nómadas I,II y III nos hablan de un tema tan actual como los refugiados, los emigrantes que huyen también de la ruina hasta las fronteras, las altas vallas que les separan, que nos separan, de la tierra prometida:

Dice en nómadas II:

Hoy
dice
mi sangre: amo
por encima de cualquier
vicisitud poética
los dientes las posturas las manos
del ser sobrecogido
en un alambre
perplejo y ovillado
en la respiración.



Fragmentación,  inestabilidad e incertidumbre cuando los poemas son oscuridad y barro y a veces también muerte. Dirá, así, Lola Andrés en uno de sus poemas:

Cada olvido es un cántico, parece
que fragmentar alienta.

Además de lo expuesto, hay tantos niveles de lectura en este libro que podría seguir enumerando ejemplos, pero ha de descubrir el lector cómo pueblan los versos los pequeños insectos: mantis, libélulas, enjambres y algún que otro ángel terrible:

Mas cuánta soledad en este hundirme
hasta la voz abstrusa del insecto.

O podríamos detenernos en las acertadas citas que encabezan cada apartado del libro. El atento lector lo descubrirá.

Es este “Cielo liquido” conciencia. Conciencia de la sombra que nos rodea, de la necesidad de salir de ella, de buscar el agua y la palabra que nos completan, de hallar el amor y el afecto, de dudar a veces y volver a levantarse como nos dice Jeannette Winterson. Es un libro que defiende la esperanza, que lucha por ella.

Las moreras esperan.

Lola Andrés es una poeta necesaria.
No en vano lo anuncié al principio de esta presentación: si lees, si escuchamos hoy, aquí,  sus versos, no pasará de largo: formará parte ya de nuestra memoria, de nuestra casa.


Javier Díaz Gil

28 de marzo de 2016



Algunas imágenes de este día:








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