LA PUERTA DE TANNHÄUSER
El invierno acaricia las copas de los árboles.
Los hexágonos giran incapaces de adivinar
la dirección del viento.
En sus ojos cabe
toda una vida.
Patroclo aún no ha muerto
a manos de Héctor.
La cólera de Aquiles está intacta.
Juegan los dioses
a ser dioses.
Las ramas de bronce pierden sus hojas
y los violines sacrifican sus cuerdas
para que brillen en su suicidio
los metales.
Arden las naves cóncavas junto a Ilion.
Sabes que no hallarás respuestas.
la pálida cordura de las cicatrices.
Evita en el camino todas las sílabas.
Nada temas de sus ojos azules.
Sobre la rama un búho
Te está observando.
© Javier Díaz Gil
29/11/2013
Un poema impecable. Enhorabuena, poeta.
ResponderEliminarMuchas gracias querido amigo José María. Te agradezco mucho el elogio, poeta. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarJavier
Esa pálida cordura de las cicatrices...
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Gracias Amando, ese verso es uno de mis favoritos en ese poema.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Javier
Versos labrados en bronce, con la mano de un Vulcano que domeñara las palabras como se de un corcel brioso se tratasen. Me ha impresionado profundamente, fuerza poética y clasicismo. Gracias
ResponderEliminarEduardo, te agradezco tu amabilidad y tus palabras. Y me hace feliz que compartamos la emoción del poema.
ResponderEliminarUn abrazo, poeta
Javier