ARTE POÉTICA
Sé que estuviste ahí.
Durante todo este tiempo
agazapada en mi oído susurrando
las palabras certeras.
Sé que
estabas
porque mi piel se tiñó de agua y de sombra
frente al sol más afilado,
se tiñó de luz
en las noches que amenazaban la eternidad.
Tabla de náufrago y lluvia en los desiertos.
Miro mis cicatrices ahora que el reloj
cumple sus horas y me entrego
a tus brazos.
Ahora que escucho tu voz
y te deseo.
Cumplida la hora, hiéreme.
Hiéreme de frente o por la espalda.
Hunde
mi carne.
Ahora que estás aquí de nuevo y te deseo:
no me falles.
Me entrego a tu canto
y al incendio
con los ojos cerrados.
No permitas que salga indemne.
© Javier Díaz
Gil
27 de diciembre de 2013