NUESTROS ÁNGELES
SOBREVUELAN
Nuestros ángeles sobrevuelan
las
desembocaduras de los ríos.
Tienen los ojos diminutos
y rostros
de palmera.
En el
verano las sombras guardan
la
curvatura de la certeza,
la curvatura de las
alas que conocen
el
silencio más fiero.
Bajo el fuego
inventan lunas y semillas,
cárceles de sal, puertas
de humo,
cenizas
del color
de la sangre.
Vibra en el viento la
fortaleza del pan,
el leve quejido del sueño.
Nuestros ángeles sobrevuelan la arena y las fronteras.
Y
desaparecen
-apenas el aire-
-apenas el aire-
cuando
nadie
mira
sembrando
de septiembres los almanaques.
© Javier Díaz Gil
1 de octubre de 2013
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