Oº CA cero grados centígrados
-en contra de lo que se pudiera suponer-
la vida no se congela.
Si acaso,
se ralentiza un poco,
se cubre
bajo montañas de mantas
y respira.
Pausadamente,
como queriendo acumular el frío,
azulear la piel,
volverla casi transparente.
La vida no se para,
aunque a veces,
lo grite
el corazón.
© Javier Díaz Gil Noviembre de 2009
A mí me gusta el frío. Debo de ser rara. Me gusta un paisaje nevado de invierno.
ResponderEliminarBuen inicio de diciembre!
Gracias Carlota
ResponderEliminarEl invierno tiene mucho atractivo y desde luego motivos para escribir sobre él. A mí también me gusta el frío.
Buen diciembre también para ti!!
Javier
La contemplación de la vida, a veces, hace gritar al corazón...
ResponderEliminarAunque ese grito, también merece ser contemplado. Sobre todo.
Un beso Javier
El corazón a veces sí se para un poquito. Ahora bien ¿cuál es la causa y cuál es la consecuencia? ¿Es el frío el que nos para o es el hecho de estar parados lo que nos hiela? Un poco más lo segundo, ¿no?
ResponderEliminarBuen poema.
Un beso.
Me he quedado helado al descubrir con que frialdad se puede alcanzar un clima tan álgido.Espero poder descongelar el tiempo que ha querido enfriar nuestra amistad sin conseguirlo.
ResponderEliminarEnhorabuena
El cabo... el culebra, gracias por tu comentario. Eres un amigo excepcional.
ResponderEliminarEl frío no enfriará nuestra amistad.
No lo dudes.
Un abrazo
Javier