viernes, 31 de diciembre de 2010

Haiku: Final (poema de Javier Díaz Gil)




Final

Tiempo final.
Un invierno prendido
de mariposas.

© Javier Díaz Gil
31 de diciembre de 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

Chistes mal contados: "o la degollo..."

Esto es un atraco...


Si empleáramos bien la lengua no podríamos contar algunos chistes. Muchos chistes basados en el juego del doble sentido de las palabras.

Si empleáramos bien la lengua no podríamos contar este chiste:

Un ladrón se detiene ante una pareja y se dirige a la mujer

- Esto es un atraco: deme la cartera o la degollo.
- Goyo -contesta la mujer- dale la cartera a este señor.

Claro, que contado así tiene su gracia, pero sobre el verbo degollar, dice el diccionario de la RAE:

degollar.

(Del lat. decollāre).

1. tr. Cortar la garganta o el cuello a una persona o animal.
2. tr. Destruir, arruinar.
3. tr. Dicho de un actor: Representar mal o con impropiedad una obra dramática.
4. tr. Acabar mal un discurso u otra producción del ingenio.
5. tr. Dicho de un torero: Matar al toro con una o más estocadas mal dirigidas, de suerte que a veces el animal echa sangre por la boca.
6. tr. coloq. Dicho de una persona: Ser o hacerse en extremo antipática y desagradable a otra. Juan me degüella.
7. tr. Mar. Rasgar una vela con un cuchillo cuando las circunstancias no dan lugar a cargarla para salvar el buque.
8. tr. p. us. Escotar o sesgar el cuello de las vestiduras.

MORF. conjug. c. contar.

O sea, que las definiciones del verbo degollar nos sirven pero, cuidado, cuando llegamos a la forma de conjugar nos dice que se conjuga como el verbo "contar".

Así que no es "la degollo" sino sería "la degüello".

Vaya, que si contáramos bien el chiste, ya no sería un chiste, no tendría ninguna gracia.

Tengamos en cuenta que el presente de indicativo del verbo degollar es siempre "degüello", menos para este chiste, ¿vale?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Un poema de Javier Díaz Gil para empezar diciembre 2010


Papanoeles rampantes
(poema para leer el 1 de diciembre)

De fondo se intuye
el cascabel tenaz
del villancico,
los lazos rojos,
el papel de regalo
y la amenaza inminente
de las cenas de empresa.

Acechan las luces de colores
y papanoeles rampantes
en los balcones.

No existe refugio que aisle,
sueño prolongado
(ese es el drama)
que nos despierte
dentro de seis semanas.

© Javier Díaz Gil
5/12/2009